Llegó el 9 de julio, fecha marcada en rojo en la guerra declarada al comercio global por Donald Trump, pero no se produjo el armisticio definitivo (tampoco la escalada) que cabía esperar con el fin de la tregua de 90 días concedida por el presidente de Estados Unidos a decenas de sus socios el pasado mes de abril. Sí llegaron, en cambio, más cartas enviadas este miércoles a ocho socios comerciales como medida de presión por parte de Washington. Y, sobre todo, cayó el bombazo para Brasil, que quedó en cabeza al recibir el golpe más duro: un 50% a todas sus exportaciones a Estados Unidos.
El presidente de EE UU cruza un límite en sus amenazas comerciales y manda nuevas misivas a otros ocho países para presionarlos en las negociaciones antes del plazo del 1 de agosto
Llegó el 9 de julio, fecha marcada en rojo en la guerra declarada al comercio global por Donald Trump, pero no se produjo el armisticio definitivo (tampoco la escalada) que cabía esperar con el fin de la tregua de 90 días concedida por el presidente de Estados Unidos a decenas de sus socios el pasado mes de abril. Sí llegaron, en cambio, más cartas enviadas este miércoles a ocho socios comerciales como medida de presión por parte de Washington. Y, sobre todo, cayó el bombazo para Brasil, que quedó en cabeza al recibir el golpe más duro: un 50% a todas sus exportaciones a Estados Unidos.
La cifra, la más alta impuesta hasta ahora a ninguno de los países amenazados en esta última ronda, multiplica por cinco el gravamen que Washington impuso a Brasilia el 2 de abril, antes de que a la semana siguiente entrara el vigor el aplazamiento de 90 días. Se trata de un castigo en toda regla, una represalia, escribe Trump, por el trato que sus autoridades están dando al expresidente Jair Bolsonaro, al que considera víctima de una “caza de brujas” en el juicio por su participación en el golpe de enero de 2023. Le pueden caer 43 años de cárcel. La sentencia se espera en torno al mes de septiembre.
“La forma en que Brasil ha tratado al expresidente Bolsonaro, un líder muy respetado durante su mandato, incluso por parte de Estados Unidos, es una vergüenza internacional”, escribe Trump en la carta, que dirigió al presidente Lula da Silva y publicó, como el resto de misivas, en su red social, Truth. “Este juicio no debería estar en marcha. ¡Es una caza de brujas que debe terminar INMEDIATAMENTE!”.
El texto, y el intento de Trump de inmiscuirse en el funcionamiento interno de un país extranjero y de sus tribunales, carece de precedentes. Más, teniendo en cuenta que no obedece a motivos comerciales: Estados Unidos goza de un superávit con Brasil de 28.600 millones de dólares, según datos de Washington publicados por Veja.
La carta, que no tiene desperdicio, es distinta de las demás misivas, 21 en total, remitidas esta semana y casi idénticas. Continúa prometiendo el arancel de castigo a partir del 1 de agosto, el último plazo que Trump ha impuesto en un nuevo volantazo de su errática política comercial. Y lo justifica por “los ataques insidiosos de Brasil a las elecciones libres y al derecho fundamental a la libertad de expresión de los estadounidenses”. El presidente cita entonces al Tribunal Supremo de Brasil que, dice, “ha emitido cientos de órdenes de censura secretas e ilegales a [nuestras] redes sociales, amenazándolas con multas millonarias y la expulsión del mercado)”.
En los últimos días, Trump también había criticado a Brasil como parte del club de pujantes economías del Sur Global de los BRICS. El presidente amenazó este domingo por la noche con imponer “un arancel ADICIONAL del 10% a cualquier país que se alinee con las políticas antiestadounidenses de los BRICS”, en un mensaje también publicado Truth.
El resto de los países
En la andanada del miércoles hubo golpes tarifarios para otros siete países. La lista de las misivas publicadas por Trump en Truth la completan Filipinas (20%), Libia (30%), Irak (30%), Argelia (30%), Moldavia (25%), Brunéi (25%) y Sri Lanka (25%). La segunda remesa de cartas salió rumbo a las diferentes capitales con la misma intención que la primera: presionar para influir en las negociaciones en marcha.
El lunes fueron 14 los países que recibieron sus cartas, entre ellos, Japón, Corea del Sur, Bosnia o Malasia, cuyos líderes leyeron textos firmados por Trump con la promesa de gravámenes a las importaciones de entre el 25% y el 40%. El presidente de Estados Unidos justificó este martes esa nueva vía de comunicación con los países aduciendo que hay “200” con los que negociar, 200 asuntos pendientes que es imposible resolver uno por uno, cara a cara, en tan corto espacio de tiempo. De ahí el recurso a la correspondencia.
Como entonces, la noticia de cada una de ellas llegó a través de la cuenta de Trump en Truth, donde el republicano fue subiendo los documentos, prácticamente idénticos entre sí, salvo en el caso de Brasil. Solo cambia de uno a otro la cifra de la tasa impuesta a cada capital. En casi todos los casos, de nuevo, con la salvedad de Brasil, la cantidad es similar a la que figuraba en la tabla de aranceles promocionada por el republicano en su intervención del 2 de abril en la Rosaleda de la Casa Blanca, ocasión que bautizó como “Día de la Liberación”.
Todas comienzan diciendo que su envío demuestra “la fortaleza y el compromiso” de las respectivas relaciones comerciales, y que Estados Unidos ha decidido continuar con ellas, pero solo en un marco “más justo y equilibrado”. Los textos siguen con la invitación a “participar de la extraordinaria economía estadounidense”, siempre que se avengan dejar atrás los “déficits comerciales” provocados por “los aranceles, y las barreras regulatorias, no arancelarias y de comercio”, que, añaden las cartas, “desafortunadamente, están lejos de ser recíprocos”.

“Si por lo que sea deciden subir los aranceles [a los productos estadounidenses] les responderemos con ese mismo gravamen más un 25%”, amenazan la misivas, que agregan que no se impondrán tasas a las empresas que decidan fabricar en Estados Unidos. Los textos también dicen: “¡Este déficit comercial es una amenaza grave a nuestra economía y, de hecho, a la seguridad nacional!“. En ellos, Washington se abre a cambiar su decisión, “y considerar un ajuste”, si los países se avienen a modificar las condiciones que afectan a los bienes estadounidenses.
Ninguno de esos nuevos aranceles interfieren o cambian los ya existentes, impuestos por sectores, como el aluminio y el acero (50%) o los coches (25%). La amenaza de un gravamen del 50% al cobre se sumó al frente de la guerra comercial este martes, cuando Trump lo anunció en una conversación con periodistas en la que también deslizó que están al caer tasas de “hasta el 200%” para los productos farmacéuticos.
Todos esos anuncios, sumados al envío de las cartas, no solo han reactivado esta semana la guerra comercial iniciada por Trump con su regreso en enero a la Casa Blanca; también han devuelto los modos agresivos y erráticos que definieron los primeros meses de su política económica, caracterizada por su aislacionismo y por la volátil personalidad de quien está a los mandos.
Y en el caso de Brasil han marcado también un antes y un después en el uso de los aranceles como herramienta de presión ideológica para quienes no piensan como Trump. Alguien que, justo es recordarlo, también instigó, como Bolsonaro, su propia insurrección: el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.
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