El profesor Carlos Rodríguez Braun, experto en pensamiento y liberalismo económico, publica un delicioso librito titulado ‘Greguerías liberales’ en el que nos regala, a modo de pequeños dardos afilados, ideas breves de una precisión asombrosa y un humor mordaz. Las acompaña, por si eso fuera poco, con las ilustraciones de Rafa Sañudo y prólogo de Rafa Latorre. No se me ocurre mejor excusa para hablar con él de pecados capitales:-Le perdono un pecado.-Me tendrás que perdonar todos, excepto la envidia, la lujuria y la pereza. -¿Porque los comete demasiado?-Al revés, porque no los cometo. El primero porque no quiero, el segundo porque soy viejo y el tercero porque soy autónomo.-¿Y cuál disculpa más fácilmente en los demás?-Creo que la gula, porque recuerdo siempre que mi primer confesor en Buenos Aires, el padre Martínez, decía siempre que la gula nunca podía ser un pecado mortal. Pero, claro, es que era muy gordo. Noticia Relacionada LOS SIETE PECADOS CAPITALES DE… estandar Si Alejandro Fernández: «La avaricia es, quizá, el pecado que más afecta a la política» Rebeca Argudo El presidente del PP en Cataluña se echa al ruedo y analiza la política catalana en un libro titulado ‘A calzón quitao’-Entonces se estaba absolviendo él mismo. ¿Cuál le cuesta más perdonar?-Yo, perdonar, perdono todo. Pero no olvido. Digamos que, para mí, el peor es la envidia. Y como no soy envidioso, no soy socialista. O tal vez sea al revés, no sé. -¿Y cómo llevan los pecados los liberales?-Los liberales cometen los mismos pecados que los demás. El gran pecado de los liberales, como el pecado de los socialistas, sería la soberbia. Ese tender a creer que uno es el que sabe organizar la sociedad de arriba abajo. Y si uno cree que sabe, uno cree que puede. -¿Se hermanarían ahí el socialismo y el liberalismo?-Tal vez, pero los liberales podemos alegar en nuestra defensa que todos los pensadores liberales nos han advertido contra ese riesgo y, sin embargo, ninguno de los intelectuales socialistas lo ha hecho. -Pero los socialistas también pecan de envidia, o no serían socialistas, ¿no?-Sí, creo que no podría haber socialismo sin envidia. -¿Y si lograran la sociedad totalmente igualitaria con la que sueñan?-Esa idea de que si la sociedad fuera igualitaria no habría envidia es una fantasía. ¡Por supuesto que habría envidia! Recuerda ese librito maravilloso de Jerome K. Jerome, ‘La nueva utopía’. Es un libro donde todo el mundo es igual, desaparecen los nombres, se les llama por números (los hombres pares y las mujeres impares). En esas distopías terroríficas no desaparecen los pecados. -Bueno, ya lo vimos en el libro de Wenceslao Fernández Flórez, ‘Las siete columnas’: los pecados capitales no son más que las grandes pasiones que mueven el mundo.-Hay un inglés de principios del XVII, Bernard Mandeville, gracias al que yo llegué a Fernández Flórez de manera indirecta, que en ‘La fábula de las abejas’ imagina eso: una colmena donde todos viven cultivando unos vicios, hasta que alguien decide que la colmena sea virtuosa y se ponen todos a ser virtuosos y entonces es todo un desastre. Es el mismo argumento. -Y si el pecado capital del socialismo es la envidia, ¿cuál sería el del liberalismo?-Pues no lo sé porque, si hiciera esa distinción, lo que estaría planteando es una superioridad moral de los liberalistas sobre los socialistas. Y eso es, precisamente, lo que hacen los socialistas. -O sea, que se convertiría usted en socialista al instante en estas páginas. No podemos permitirlo.-Exactamente, exactamente. -Dejémoslo, entonces. No quiero tener que reformular toda la entrevista. El profesor Carlos Rodríguez Braun, experto en pensamiento y liberalismo económico, publica un delicioso librito titulado ‘Greguerías liberales’ en el que nos regala, a modo de pequeños dardos afilados, ideas breves de una precisión asombrosa y un humor mordaz. Las acompaña, por si eso fuera poco, con las ilustraciones de Rafa Sañudo y prólogo de Rafa Latorre. No se me ocurre mejor excusa para hablar con él de pecados capitales:-Le perdono un pecado.-Me tendrás que perdonar todos, excepto la envidia, la lujuria y la pereza. -¿Porque los comete demasiado?-Al revés, porque no los cometo. El primero porque no quiero, el segundo porque soy viejo y el tercero porque soy autónomo.-¿Y cuál disculpa más fácilmente en los demás?-Creo que la gula, porque recuerdo siempre que mi primer confesor en Buenos Aires, el padre Martínez, decía siempre que la gula nunca podía ser un pecado mortal. Pero, claro, es que era muy gordo. Noticia Relacionada LOS SIETE PECADOS CAPITALES DE… estandar Si Alejandro Fernández: «La avaricia es, quizá, el pecado que más afecta a la política» Rebeca Argudo El presidente del PP en Cataluña se echa al ruedo y analiza la política catalana en un libro titulado ‘A calzón quitao’-Entonces se estaba absolviendo él mismo. ¿Cuál le cuesta más perdonar?-Yo, perdonar, perdono todo. Pero no olvido. Digamos que, para mí, el peor es la envidia. Y como no soy envidioso, no soy socialista. O tal vez sea al revés, no sé. -¿Y cómo llevan los pecados los liberales?-Los liberales cometen los mismos pecados que los demás. El gran pecado de los liberales, como el pecado de los socialistas, sería la soberbia. Ese tender a creer que uno es el que sabe organizar la sociedad de arriba abajo. Y si uno cree que sabe, uno cree que puede. -¿Se hermanarían ahí el socialismo y el liberalismo?-Tal vez, pero los liberales podemos alegar en nuestra defensa que todos los pensadores liberales nos han advertido contra ese riesgo y, sin embargo, ninguno de los intelectuales socialistas lo ha hecho. -Pero los socialistas también pecan de envidia, o no serían socialistas, ¿no?-Sí, creo que no podría haber socialismo sin envidia. -¿Y si lograran la sociedad totalmente igualitaria con la que sueñan?-Esa idea de que si la sociedad fuera igualitaria no habría envidia es una fantasía. ¡Por supuesto que habría envidia! Recuerda ese librito maravilloso de Jerome K. Jerome, ‘La nueva utopía’. Es un libro donde todo el mundo es igual, desaparecen los nombres, se les llama por números (los hombres pares y las mujeres impares). En esas distopías terroríficas no desaparecen los pecados. -Bueno, ya lo vimos en el libro de Wenceslao Fernández Flórez, ‘Las siete columnas’: los pecados capitales no son más que las grandes pasiones que mueven el mundo.-Hay un inglés de principios del XVII, Bernard Mandeville, gracias al que yo llegué a Fernández Flórez de manera indirecta, que en ‘La fábula de las abejas’ imagina eso: una colmena donde todos viven cultivando unos vicios, hasta que alguien decide que la colmena sea virtuosa y se ponen todos a ser virtuosos y entonces es todo un desastre. Es el mismo argumento. -Y si el pecado capital del socialismo es la envidia, ¿cuál sería el del liberalismo?-Pues no lo sé porque, si hiciera esa distinción, lo que estaría planteando es una superioridad moral de los liberalistas sobre los socialistas. Y eso es, precisamente, lo que hacen los socialistas. -O sea, que se convertiría usted en socialista al instante en estas páginas. No podemos permitirlo.-Exactamente, exactamente. -Dejémoslo, entonces. No quiero tener que reformular toda la entrevista.
El profesor Carlos Rodríguez Braun, experto en pensamiento y liberalismo económico, publica un delicioso librito titulado ‘Greguerías liberales’ en el que nos regala, a modo de pequeños dardos afilados, ideas breves de una precisión asombrosa y un humor mordaz. Las acompaña, por si … eso fuera poco, con las ilustraciones de Rafa Sañudo y prólogo de Rafa Latorre. No se me ocurre mejor excusa para hablar con él de pecados capitales:
-Le perdono un pecado.
-Me tendrás que perdonar todos, excepto la envidia, la lujuria y la pereza.
-¿Porque los comete demasiado?
-Al revés, porque no los cometo. El primero porque no quiero, el segundo porque soy viejo y el tercero porque soy autónomo.
-¿Y cuál disculpa más fácilmente en los demás?
-Creo que la gula, porque recuerdo siempre que mi primer confesor en Buenos Aires, el padre Martínez, decía siempre que la gula nunca podía ser un pecado mortal. Pero, claro, es que era muy gordo.
-Entonces se estaba absolviendo él mismo. ¿Cuál le cuesta más perdonar?
-Yo, perdonar, perdono todo. Pero no olvido. Digamos que, para mí, el peor es la envidia. Y como no soy envidioso, no soy socialista. O tal vez sea al revés, no sé.
-¿Y cómo llevan los pecados los liberales?
-Los liberales cometen los mismos pecados que los demás. El gran pecado de los liberales, como el pecado de los socialistas, sería la soberbia. Ese tender a creer que uno es el que sabe organizar la sociedad de arriba abajo. Y si uno cree que sabe, uno cree que puede.
-¿Se hermanarían ahí el socialismo y el liberalismo?
-Tal vez, pero los liberales podemos alegar en nuestra defensa que todos los pensadores liberales nos han advertido contra ese riesgo y, sin embargo, ninguno de los intelectuales socialistas lo ha hecho.
-Pero los socialistas también pecan de envidia, o no serían socialistas, ¿no?
-Sí, creo que no podría haber socialismo sin envidia.
-¿Y si lograran la sociedad totalmente igualitaria con la que sueñan?
-Esa idea de que si la sociedad fuera igualitaria no habría envidia es una fantasía. ¡Por supuesto que habría envidia! Recuerda ese librito maravilloso de Jerome K. Jerome, ‘La nueva utopía’. Es un libro donde todo el mundo es igual, desaparecen los nombres, se les llama por números (los hombres pares y las mujeres impares). En esas distopías terroríficas no desaparecen los pecados.
-Bueno, ya lo vimos en el libro de Wenceslao Fernández Flórez, ‘Las siete columnas’: los pecados capitales no son más que las grandes pasiones que mueven el mundo.
-Hay un inglés de principios del XVII, Bernard Mandeville, gracias al que yo llegué a Fernández Flórez de manera indirecta, que en ‘La fábula de las abejas’ imagina eso: una colmena donde todos viven cultivando unos vicios, hasta que alguien decide que la colmena sea virtuosa y se ponen todos a ser virtuosos y entonces es todo un desastre. Es el mismo argumento.
-Y si el pecado capital del socialismo es la envidia, ¿cuál sería el del liberalismo?
-Pues no lo sé porque, si hiciera esa distinción, lo que estaría planteando es una superioridad moral de los liberalistas sobre los socialistas. Y eso es, precisamente, lo que hacen los socialistas.
-O sea, que se convertiría usted en socialista al instante en estas páginas. No podemos permitirlo.
-Exactamente, exactamente.
-Dejémoslo, entonces. No quiero tener que reformular toda la entrevista.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de cultura