Unos días después del 20 de mayo, fecha de mi cumpleaños, una carta me despertó de mi letargo: «La vela que recibes ha sido escrita gracias a la máquina de escribir de mi madre y la casa de mis abuelos, pocos días antes de tu aniversario»… La que esto escribe es Ana Geranios, que meses antes me había invitado a participar en un proyecto colectivo de escritura maravilloso: se trata de VELA, por el cual, la creadora andaluza se proponía generar 365 pequeños cuentos que serían enviados por vía postal, uno a uno, a otros tantos 365 destinatarios que previamente hubieran accedido a participar en el intercambio epistolar, en la fecha de su cumpleaños: «El relato se compondrá gracias a la técnica de la escritura automática, en ser yo más que una pensadora/creadora, un canal de infinitas conexiones que se materializan en un trozo de historia colocado en un folio. Por ello considero que esa creación no tiene pertenencia, aunque tú tendrás el original y yo una copia y podremos hacer con ellos lo que nos dé la gana».El mío, convenientemente plegado en una forma final triangular, con los seductores tachones que impone la escritura a máquina, es la historia de un alcalde que, por las noches, y sin que nadie lo sepa, se dedica a hacer el bien por a sus conciudadanos disfrazado. Explica Geranios en un escrito aparte que su «acto de generosidad» está abierto a recibir una respuesta, «a sabiendas de que el silencio es también un gesto valioso». ¡Y a nadie más que yo le puede gustar más la idea de recibir una carta! (¿saben que está ya abierto el plazo de recepción de #AVecesLleganCartas o que he estado meses carteándome con Fran Baena para componer el texto de su exposición actual en Yusto/Giner ?). Así que desde aquí, a la vista de todos, aprovecho para responderle: «Querida Ana: tu carta no cae en saco roto. Me hace creer en la bondad del otro y a tener fe en la escritura dirigida a desconocidos. Mil gracias por recordarme por qué hago lo que hago». Unos días después del 20 de mayo, fecha de mi cumpleaños, una carta me despertó de mi letargo: «La vela que recibes ha sido escrita gracias a la máquina de escribir de mi madre y la casa de mis abuelos, pocos días antes de tu aniversario»… La que esto escribe es Ana Geranios, que meses antes me había invitado a participar en un proyecto colectivo de escritura maravilloso: se trata de VELA, por el cual, la creadora andaluza se proponía generar 365 pequeños cuentos que serían enviados por vía postal, uno a uno, a otros tantos 365 destinatarios que previamente hubieran accedido a participar en el intercambio epistolar, en la fecha de su cumpleaños: «El relato se compondrá gracias a la técnica de la escritura automática, en ser yo más que una pensadora/creadora, un canal de infinitas conexiones que se materializan en un trozo de historia colocado en un folio. Por ello considero que esa creación no tiene pertenencia, aunque tú tendrás el original y yo una copia y podremos hacer con ellos lo que nos dé la gana».El mío, convenientemente plegado en una forma final triangular, con los seductores tachones que impone la escritura a máquina, es la historia de un alcalde que, por las noches, y sin que nadie lo sepa, se dedica a hacer el bien por a sus conciudadanos disfrazado. Explica Geranios en un escrito aparte que su «acto de generosidad» está abierto a recibir una respuesta, «a sabiendas de que el silencio es también un gesto valioso». ¡Y a nadie más que yo le puede gustar más la idea de recibir una carta! (¿saben que está ya abierto el plazo de recepción de #AVecesLleganCartas o que he estado meses carteándome con Fran Baena para componer el texto de su exposición actual en Yusto/Giner ?). Así que desde aquí, a la vista de todos, aprovecho para responderle: «Querida Ana: tu carta no cae en saco roto. Me hace creer en la bondad del otro y a tener fe en la escritura dirigida a desconocidos. Mil gracias por recordarme por qué hago lo que hago».
AQUÍ AL LADO
Con el proyecto VELA, la creadora andaluza se ha propuesto enviar 365 relatos a otros tantos destinatarios, coincidiendo cada uno de ellos con el día de su cumpleaños
Unos días después del 20 de mayo, fecha de mi cumpleaños, una carta me despertó de mi letargo: «La vela que recibes ha sido escrita gracias a la máquina de escribir de mi madre y la casa de mis abuelos, pocos días antes de … tu aniversario»…
La que esto escribe es Ana Geranios, que meses antes me había invitado a participar en un proyecto colectivo de escritura maravilloso: se trata de VELA, por el cual, la creadora andaluza se proponía generar 365 pequeños cuentos que serían enviados por vía postal, uno a uno, a otros tantos 365 destinatarios que previamente hubieran accedido a participar en el intercambio epistolar, en la fecha de su cumpleaños: «El relato se compondrá gracias a la técnica de la escritura automática, en ser yo más que una pensadora/creadora, un canal de infinitas conexiones que se materializan en un trozo de historia colocado en un folio. Por ello considero que esa creación no tiene pertenencia, aunque tú tendrás el original y yo una copia y podremos hacer con ellos lo que nos dé la gana».
El mío, convenientemente plegado en una forma final triangular, con los seductores tachones que impone la escritura a máquina, es la historia de un alcalde que, por las noches, y sin que nadie lo sepa, se dedica a hacer el bien por a sus conciudadanos disfrazado.
Explica Geranios en un escrito aparte que su «acto de generosidad» está abierto a recibir una respuesta, «a sabiendas de que el silencio es también un gesto valioso». ¡Y a nadie más que yo le puede gustar más la idea de recibir una carta! (¿saben que está ya abierto el plazo de recepción de #AVecesLleganCartas o que he estado meses carteándome con Fran Baena para componer el texto de su exposición actual en Yusto/Giner?).
Así que desde aquí, a la vista de todos, aprovecho para responderle: «Querida Ana: tu carta no cae en saco roto. Me hace creer en la bondad del otro y a tener fe en la escritura dirigida a desconocidos. Mil gracias por recordarme por qué hago lo que hago».
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