Skip to content
VozUniversal | Periódico que le da voz a todo el universo
  • Portada
  • Internacional
  • Nacional
  • Sociedad
  • Economía
  • Deportes
  • Ciencia y Tecnología
  • Cultura
VozUniversal | Periódico que le da voz a todo el universo
VozUniversal | Periódico que le da voz a todo el universo
  • Portada
  • Internacional
  • Nacional
  • Sociedad
  • Economía
  • Deportes
  • Ciencia y Tecnología
  • Cultura
  • Entradas
  • Forums
  • Contacto
VozUniversal | Periódico que le da voz a todo el universo
  Cultura  Byung-Chul Han: «Tengo la esperanza de que colapse el sistema, y va a pasar pronto»
Cultura

Byung-Chul Han: «Tengo la esperanza de que colapse el sistema, y va a pasar pronto»

octubre 21, 2025
FacebookX TwitterPinterestLinkedInTumblrRedditVKWhatsAppEmail

Byung-Chul Han (Seúl, 1959) se sienta delante del micrófono, se ajusta el moño, sonríe y dice: «Buenos días. Nunca en mi vida he dado una rueda de prensa. No me gusta hablar en público, prefiero hablar conmigo mismo». Viste una camisa negra, una americana oscura y una juventud inesperada: no aparenta la edad de un jubilado, tal vez porque vive lejos del ruido, en una casa con jardín y dos pianos a las afueras de Berlín, donde se eleva. «Uno es un Steinway, el otro un Fazioli», precisa, con cierta coquetería, después de soltar que el piano del Hotel Reconquista de Oviedo es muy malo. «Y tengo hortensias, muchas hortensias, de todos los tipos, y flores de invierno. Mi jardín está florecido todo el año», continúa. El filósofo ha roto su silencio por el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, que recogerá este viernes. «También estoy aquí para dar las gracias a la prensa española. Sin sus artículos no hubiese sido posible este éxito en España, un éxito que no sé si es merecido». Hasta aquí las cortesías.Para no gustarle hablar en público, Han da respuestas torrenciales. Asegura que la crisis de las sociedades occidentales le quita el sueño, por eso le ha dedicado buena parte de su obra. Acaba de entregar a su editor alemán un libro dedicado al respeto. «Ya no nos respetamos mutuamente, somos muy agresivos los unos con los otros, no aceptamos la opinión del otro; si no estamos de acuerdo con alguien lo declaramos enemigo. Ya no somos capaces de abrirnos a lo ajeno… Y el respeto es importante porque es el pegamento que mantiene unida a una sociedad. La democracia está basada en el respeto», explica. Ya está escribiendo un nuevo ensayo, este dedicado a la adicción: será el último, promete, de la serie que conforma su gran crítica a Occidente, y que empezó con ‘La sociedad del cansancio’. «Tenemos adicción al consumo, al trabajo, al juego, a las redes sociales. Pensamos que somos libres, pero solo vamos de una dependencia a otra, de una adicción a otra. Tenemos una juventud enganchada completamente a las redes sociales. Y los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora».«Los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora»Han gesticula, golpea la mesa, invoca las ideas con las manos: se nota que es profesor. «Lo que me tortura en estos momentos es la crisis de las democracias liberales», asevera. Esa crisis se concreta en tres problemas. El primero es la ausencia de principios y valores, y por tanto de objetivos virtuosos a los que dirigirnos. «Nuestra política puede resolver problemas pero es incapaz de generar objetivos e ideales. Lo que tenemos son democracias vacías, porque el liberalismo no ha conseguido llenar esos huecos, no ha logrado generar un material simbólico. Por eso hoy las elecciones se han convertido en un ritual vacío. Por eso la democracia se agota en luchas de poder y los parlamentos se han convertido en teatros para la puesta en escena de los políticos». El problema, retoma, es que quienes están llenando estos vacíos son los populistas, los autócratas: Trump, Orban, la AfD en Alemania… «Está sucediendo en todo el mundo… El colapso es global. El segundo problema de esta crisis es la falta de hábitos democráticos, que es lo que sustenta la democracia, tal y como escribió Tocqueville. Tiene que ver con la ausencia de respeto, con la falta de confianza en los demás, con la pérdida de las costumbres democráticas, de las formas, de los ritos». ¿Y el tercero? «El tercero es la brecha entre ricos y pobres, que cada vez es más grande. El neoliberalismo ha generado muchos perdedores. Y esto genera rencor. Y también miedo, miedo al descenso social. En Corea del Sur los pobres se suicidan en masa. Tenemos la mayor tasa de suicidios del mundo», recuerda. Y de ahí pasa al dolor. «Para entender una sociedad hay que analizar cómo se relaciona con el dolor. Y nuestra relación es de rechazo total, por eso tenemos tanta dependencia de los analgésicos. Pero al final los analgésicos también provocan dolor. Es un hecho médico», sentencia. Y después: «Sin dolor no hay espíritu; el espíritu se genera a través del dolor». ¿Usted sufre dolor? «Tengo una cefalea extraña, la misma que Simone Weil: somos almas gemelas. Y produce un dolor en racimo, un dolor que se llama de suicidio, porque es el dolor máximo que uno puede soportar. Es un dolor de darte cabezazos contra la pared. El dolor del golpe te distrae. También Kafka tenía la misma cefalea… Pero cuando el dolor llega a un nivel determinado deja de ser dolor y se convierte en algo diferente del dolor mismo. Lo puedes llamar felicidad si quieres. En cualquier caso es algo más elevado que el dolor». Noticia Relacionada estandar No Tres lecturas imprescindibles para entender el pensamiento de Byung-Chul Han ABC Crítico feroz de la sociedad contemporánea y digital, se ha convertido en una de las voces más influyentes del pensamiento europeoEl refugio de Han es el trabajo manual: cuidar de su jardín, tocar sus pianos. «Uso las manos porque con ellas genero las arquitecturas del alma, que siempre ha necesitado del trabajo manual. Todo lo que conforma la vida real del hombre se transmite con las manos», dice mientras enseña las palmas a los periodistas, como si fuera a dejar sus huellas en las cuevas de Altamira. «Pero estamos perdiendo las manos. Ya no las usamos, usamos los dedos».Tampoco es optimista con la educación Han, que ha visto cómo la Universidad Humboldt se ha convertido en un simple negocio. «Hace 250 años, los profesores en la Humboldt eran Hegel, Schopenhauer, Fichte… Estaban los genios. Hoy están Meyer y Muller [Mengano y Fulano en alemán]. Hoy la universidad es una empresa neoliberal que todo lo sacrifica en el altar del desempeño, del rendimiento. Los catedráticos son vendedores, los estudiantes son clientes que acaban evaluando a los profesores. Este es el colapso de la cultura. Y mi tarea es mostrar ese colapso».¿Nos queda alguna esperanza? «Zizek cree en la revolución, pero el neoliberalismo ha convertido al ser humano en ganado, y el ganado no se rebela. Pero lo interesante es que el capitalismo se está devorando a sí mismo. En Corea del sur tenemos la tasa de natalidad más baja del mundo, y la más alta de suicidio. ¿Quién va a trabajar entonces? Este capitalismo es productivo, pero no reproductivo. No se está regenerando… Mi esperanza es que colapse el sistema, y va a pasar pronto», remata. Byung-Chul Han (Seúl, 1959) se sienta delante del micrófono, se ajusta el moño, sonríe y dice: «Buenos días. Nunca en mi vida he dado una rueda de prensa. No me gusta hablar en público, prefiero hablar conmigo mismo». Viste una camisa negra, una americana oscura y una juventud inesperada: no aparenta la edad de un jubilado, tal vez porque vive lejos del ruido, en una casa con jardín y dos pianos a las afueras de Berlín, donde se eleva. «Uno es un Steinway, el otro un Fazioli», precisa, con cierta coquetería, después de soltar que el piano del Hotel Reconquista de Oviedo es muy malo. «Y tengo hortensias, muchas hortensias, de todos los tipos, y flores de invierno. Mi jardín está florecido todo el año», continúa. El filósofo ha roto su silencio por el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, que recogerá este viernes. «También estoy aquí para dar las gracias a la prensa española. Sin sus artículos no hubiese sido posible este éxito en España, un éxito que no sé si es merecido». Hasta aquí las cortesías.Para no gustarle hablar en público, Han da respuestas torrenciales. Asegura que la crisis de las sociedades occidentales le quita el sueño, por eso le ha dedicado buena parte de su obra. Acaba de entregar a su editor alemán un libro dedicado al respeto. «Ya no nos respetamos mutuamente, somos muy agresivos los unos con los otros, no aceptamos la opinión del otro; si no estamos de acuerdo con alguien lo declaramos enemigo. Ya no somos capaces de abrirnos a lo ajeno… Y el respeto es importante porque es el pegamento que mantiene unida a una sociedad. La democracia está basada en el respeto», explica. Ya está escribiendo un nuevo ensayo, este dedicado a la adicción: será el último, promete, de la serie que conforma su gran crítica a Occidente, y que empezó con ‘La sociedad del cansancio’. «Tenemos adicción al consumo, al trabajo, al juego, a las redes sociales. Pensamos que somos libres, pero solo vamos de una dependencia a otra, de una adicción a otra. Tenemos una juventud enganchada completamente a las redes sociales. Y los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora».«Los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora»Han gesticula, golpea la mesa, invoca las ideas con las manos: se nota que es profesor. «Lo que me tortura en estos momentos es la crisis de las democracias liberales», asevera. Esa crisis se concreta en tres problemas. El primero es la ausencia de principios y valores, y por tanto de objetivos virtuosos a los que dirigirnos. «Nuestra política puede resolver problemas pero es incapaz de generar objetivos e ideales. Lo que tenemos son democracias vacías, porque el liberalismo no ha conseguido llenar esos huecos, no ha logrado generar un material simbólico. Por eso hoy las elecciones se han convertido en un ritual vacío. Por eso la democracia se agota en luchas de poder y los parlamentos se han convertido en teatros para la puesta en escena de los políticos». El problema, retoma, es que quienes están llenando estos vacíos son los populistas, los autócratas: Trump, Orban, la AfD en Alemania… «Está sucediendo en todo el mundo… El colapso es global. El segundo problema de esta crisis es la falta de hábitos democráticos, que es lo que sustenta la democracia, tal y como escribió Tocqueville. Tiene que ver con la ausencia de respeto, con la falta de confianza en los demás, con la pérdida de las costumbres democráticas, de las formas, de los ritos». ¿Y el tercero? «El tercero es la brecha entre ricos y pobres, que cada vez es más grande. El neoliberalismo ha generado muchos perdedores. Y esto genera rencor. Y también miedo, miedo al descenso social. En Corea del Sur los pobres se suicidan en masa. Tenemos la mayor tasa de suicidios del mundo», recuerda. Y de ahí pasa al dolor. «Para entender una sociedad hay que analizar cómo se relaciona con el dolor. Y nuestra relación es de rechazo total, por eso tenemos tanta dependencia de los analgésicos. Pero al final los analgésicos también provocan dolor. Es un hecho médico», sentencia. Y después: «Sin dolor no hay espíritu; el espíritu se genera a través del dolor». ¿Usted sufre dolor? «Tengo una cefalea extraña, la misma que Simone Weil: somos almas gemelas. Y produce un dolor en racimo, un dolor que se llama de suicidio, porque es el dolor máximo que uno puede soportar. Es un dolor de darte cabezazos contra la pared. El dolor del golpe te distrae. También Kafka tenía la misma cefalea… Pero cuando el dolor llega a un nivel determinado deja de ser dolor y se convierte en algo diferente del dolor mismo. Lo puedes llamar felicidad si quieres. En cualquier caso es algo más elevado que el dolor». Noticia Relacionada estandar No Tres lecturas imprescindibles para entender el pensamiento de Byung-Chul Han ABC Crítico feroz de la sociedad contemporánea y digital, se ha convertido en una de las voces más influyentes del pensamiento europeoEl refugio de Han es el trabajo manual: cuidar de su jardín, tocar sus pianos. «Uso las manos porque con ellas genero las arquitecturas del alma, que siempre ha necesitado del trabajo manual. Todo lo que conforma la vida real del hombre se transmite con las manos», dice mientras enseña las palmas a los periodistas, como si fuera a dejar sus huellas en las cuevas de Altamira. «Pero estamos perdiendo las manos. Ya no las usamos, usamos los dedos».Tampoco es optimista con la educación Han, que ha visto cómo la Universidad Humboldt se ha convertido en un simple negocio. «Hace 250 años, los profesores en la Humboldt eran Hegel, Schopenhauer, Fichte… Estaban los genios. Hoy están Meyer y Muller [Mengano y Fulano en alemán]. Hoy la universidad es una empresa neoliberal que todo lo sacrifica en el altar del desempeño, del rendimiento. Los catedráticos son vendedores, los estudiantes son clientes que acaban evaluando a los profesores. Este es el colapso de la cultura. Y mi tarea es mostrar ese colapso».¿Nos queda alguna esperanza? «Zizek cree en la revolución, pero el neoliberalismo ha convertido al ser humano en ganado, y el ganado no se rebela. Pero lo interesante es que el capitalismo se está devorando a sí mismo. En Corea del sur tenemos la tasa de natalidad más baja del mundo, y la más alta de suicidio. ¿Quién va a trabajar entonces? Este capitalismo es productivo, pero no reproductivo. No se está regenerando… Mi esperanza es que colapse el sistema, y va a pasar pronto», remata.  

Byung-Chul Han (Seúl, 1959) se sienta delante del micrófono, se ajusta el moño, sonríe y dice: «Buenos días. Nunca en mi vida he dado una rueda de prensa. No me gusta hablar en público, prefiero hablar conmigo mismo». Viste una camisa negra, una americana … oscura y una juventud inesperada: no aparenta la edad de un jubilado, tal vez porque vive lejos del ruido, en una casa con jardín y dos pianos a las afueras de Berlín, donde se eleva. «Uno es un Steinway, el otro un Fazioli», precisa, con cierta coquetería, después de soltar que el piano del Hotel Reconquista de Oviedo es muy malo. «Y tengo hortensias, muchas hortensias, de todos los tipos, y flores de invierno. Mi jardín está florecido todo el año», continúa. El filósofo ha roto su silencio por el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, que recogerá este viernes. «También estoy aquí para dar las gracias a la prensa española. Sin sus artículos no hubiese sido posible este éxito en España, un éxito que no sé si es merecido». Hasta aquí las cortesías.

Para no gustarle hablar en público, Han da respuestas torrenciales. Asegura que la crisis de las sociedades occidentales le quita el sueño, por eso le ha dedicado buena parte de su obra. Acaba de entregar a su editor alemán un libro dedicado al respeto. «Ya no nos respetamos mutuamente, somos muy agresivos los unos con los otros, no aceptamos la opinión del otro; si no estamos de acuerdo con alguien lo declaramos enemigo. Ya no somos capaces de abrirnos a lo ajeno… Y el respeto es importante porque es el pegamento que mantiene unida a una sociedad. La democracia está basada en el respeto», explica. Ya está escribiendo un nuevo ensayo, este dedicado a la adicción: será el último, promete, de la serie que conforma su gran crítica a Occidente, y que empezó con ‘La sociedad del cansancio’. «Tenemos adicción al consumo, al trabajo, al juego, a las redes sociales. Pensamos que somos libres, pero solo vamos de una dependencia a otra, de una adicción a otra. Tenemos una juventud enganchada completamente a las redes sociales. Y los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora».

Más noticias

‘Boira’: Lluïsa Cunillé, un mapa de sombras

octubre 17, 2025

Ruptura entre Luisma Lozano y Daniel Luque: ¿para apoderar a Roca Rey?

octubre 22, 2025

Literatura de la fragilidad, una tendencia dominante

octubre 12, 2025

Fran, el alguacilillo que entregó las dos últimas orejas a Morante: «Volverá y habrá más»

octubre 15, 2025

«Los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora»

Han gesticula, golpea la mesa, invoca las ideas con las manos: se nota que es profesor. «Lo que me tortura en estos momentos es la crisis de las democracias liberales», asevera. Esa crisis se concreta en tres problemas. El primero es la ausencia de principios y valores, y por tanto de objetivos virtuosos a los que dirigirnos. «Nuestra política puede resolver problemas pero es incapaz de generar objetivos e ideales. Lo que tenemos son democracias vacías, porque el liberalismo no ha conseguido llenar esos huecos, no ha logrado generar un material simbólico. Por eso hoy las elecciones se han convertido en un ritual vacío. Por eso la democracia se agota en luchas de poder y los parlamentos se han convertido en teatros para la puesta en escena de los políticos». El problema, retoma, es que quienes están llenando estos vacíos son los populistas, los autócratas: Trump, Orban, la AfD en Alemania… «Está sucediendo en todo el mundo… El colapso es global. El segundo problema de esta crisis es la falta de hábitos democráticos, que es lo que sustenta la democracia, tal y como escribió Tocqueville. Tiene que ver con la ausencia de respeto, con la falta de confianza en los demás, con la pérdida de las costumbres democráticas, de las formas, de los ritos».

¿Y el tercero? «El tercero es la brecha entre ricos y pobres, que cada vez es más grande. El neoliberalismo ha generado muchos perdedores. Y esto genera rencor. Y también miedo, miedo al descenso social. En Corea del Sur los pobres se suicidan en masa. Tenemos la mayor tasa de suicidios del mundo», recuerda. Y de ahí pasa al dolor. «Para entender una sociedad hay que analizar cómo se relaciona con el dolor. Y nuestra relación es de rechazo total, por eso tenemos tanta dependencia de los analgésicos. Pero al final los analgésicos también provocan dolor. Es un hecho médico», sentencia. Y después: «Sin dolor no hay espíritu; el espíritu se genera a través del dolor». ¿Usted sufre dolor? «Tengo una cefalea extraña, la misma que Simone Weil: somos almas gemelas. Y produce un dolor en racimo, un dolor que se llama de suicidio, porque es el dolor máximo que uno puede soportar. Es un dolor de darte cabezazos contra la pared. El dolor del golpe te distrae. También Kafka tenía la misma cefalea… Pero cuando el dolor llega a un nivel determinado deja de ser dolor y se convierte en algo diferente del dolor mismo. Lo puedes llamar felicidad si quieres. En cualquier caso es algo más elevado que el dolor».

El refugio de Han es el trabajo manual: cuidar de su jardín, tocar sus pianos. «Uso las manos porque con ellas genero las arquitecturas del alma, que siempre ha necesitado del trabajo manual. Todo lo que conforma la vida real del hombre se transmite con las manos», dice mientras enseña las palmas a los periodistas, como si fuera a dejar sus huellas en las cuevas de Altamira. «Pero estamos perdiendo las manos. Ya no las usamos, usamos los dedos».

Tampoco es optimista con la educación Han, que ha visto cómo la Universidad Humboldt se ha convertido en un simple negocio. «Hace 250 años, los profesores en la Humboldt eran Hegel, Schopenhauer, Fichte… Estaban los genios. Hoy están Meyer y Muller [Mengano y Fulano en alemán]. Hoy la universidad es una empresa neoliberal que todo lo sacrifica en el altar del desempeño, del rendimiento. Los catedráticos son vendedores, los estudiantes son clientes que acaban evaluando a los profesores. Este es el colapso de la cultura. Y mi tarea es mostrar ese colapso».

¿Nos queda alguna esperanza? «Zizek cree en la revolución, pero el neoliberalismo ha convertido al ser humano en ganado, y el ganado no se rebela. Pero lo interesante es que el capitalismo se está devorando a sí mismo. En Corea del sur tenemos la tasa de natalidad más baja del mundo, y la más alta de suicidio. ¿Quién va a trabajar entonces? Este capitalismo es productivo, pero no reproductivo. No se está regenerando… Mi esperanza es que colapse el sistema, y va a pasar pronto», remata.

Artículo solo para suscriptores

 RSS de noticias de cultura

FacebookX TwitterPinterestLinkedInTumblrRedditVKWhatsAppEmail
La manifestación de ‘Mazón, dimisión’ cumple un año de protestas contra la gestión del presidente en la dana
‘El Vado de los Zorros’, de Anna Starobinets: los demonios
Leer también
Deportes

El campeón de Moto3, José Antonio Rueda, y Dettwiler protagonizan un terrible accidente antes del inicio de la carrera en el GP de Malasia

octubre 26, 2025
Economía

España busca una hoja de ruta para el giro de guión de la globalización

octubre 26, 2025
Deportes

El Clásico Real Madrid – Barcelona: horario y dónde ver el partido de La Liga

octubre 26, 2025
Economía

FCC Construcción construye los principales metros del mundo

octubre 26, 2025
Economía

Un trabajo en equipo para que nadie se quede atrás en la acelerada transición digital

octubre 26, 2025
Economía

El permanente desafío de conservar el atractivo para los gigantes globales

octubre 26, 2025
Cargar más
Novedades

El campeón de Moto3, José Antonio Rueda, y Dettwiler protagonizan un terrible accidente antes del inicio de la carrera en el GP de Malasia

octubre 26, 2025

España busca una hoja de ruta para el giro de guión de la globalización

octubre 26, 2025

El Clásico Real Madrid – Barcelona: horario y dónde ver el partido de La Liga

octubre 26, 2025

FCC Construcción construye los principales metros del mundo

octubre 26, 2025

Un trabajo en equipo para que nadie se quede atrás en la acelerada transición digital

octubre 26, 2025

El permanente desafío de conservar el atractivo para los gigantes globales

octubre 26, 2025

La empresa que viste los trabajos que mueven el mundo

octubre 26, 2025

Diez años de la patada de Rossi a Márquez en Sepang: el día en que MotoGP dibujó dos bandos y se futbolizó para siempre

octubre 26, 2025

El álbum de la dana: relato de 12 meses de dolor, rabia y espíritu de resistencia

octubre 26, 2025

¿O delito o nada?

octubre 26, 2025

    VozUniversal

    © 2024 VozUniversal. Todos los derechos reservados.
    • Aviso Legal
    • Política de Cookies
    • Política de Privacidad
    • Contacto