Alberto Núñez Feijóo cerró el congreso del PP con un mensaje claro: quiere gobernar en solitario. No descarta pactos con Vox, con el PSOE y otros partidos —salvo Bildu—, pero rechazó las coaliciones. Su mensaje está buscando una lógica plebiscitaria. “Solo hay dos opciones: Sánchez o yo”, dijo el líder popular.
Crecer hacia el centro tiene sentido para los populares —las elecciones se decidirán con la suma por bloques—, pero no elimina la dependencia de Vox
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos
Crecer hacia el centro tiene sentido para los populares —las elecciones se decidirán con la suma por bloques—, pero no elimina la dependencia de Vox


Alberto Núñez Feijóo cerró el congreso del PP con un mensaje claro: quiere gobernar en solitario. No descarta pactos con Vox, con el PSOE y otros partidos —salvo Bildu—, pero rechazó las coaliciones. Su mensaje está buscando una lógica plebiscitaria. “Solo hay dos opciones: Sánchez o yo”, dijo el líder popular.
¿Tiene sentido esta estrategia? Los datos sugieren que sí, aunque deja una incógnita evidente.
La clave es entender que las elecciones se decidirán por bloques. Los populares ya fueron primera fuerza en 2023, pero su suma con Vox no alcanzó la mayoría y fue el PSOE el que encontró socios. Por eso lo determinante es la suma de votos a un lado y otro del espectro. Un pendulo, ahora mismo, girado a la derecha: según la última encuesta de 40dB., PP y Vox suman el 48% de intención de voto, frente al 37% de PSOE, Sumar y Podemos. Si en 2023 la suma de derechas ganó por un punto (45% frente a 44%), insuficiente para tener mayoría en escaños, ahora ganaría por once. El reto del PP es mantener este desequilibrio cuando lleguen las elecciones.
En ese contexto, la estrategia de Feijóo de distanciarse de Vox parece buscar un doble propósito. Primero, limitar el argumento del PSOE de apelar al miedo a la extrema derecha. Y segundo, tratar de crecer hacia el centro para ensanchar el bloque de la derecha, una jugada que puede compensarle al PP incluso si pierde votos propios hacía Vox. Un ejemplo extremo lo clarifica: si el PP pierde 500.000 votos que van a Vox, pero gana 100.000 del centro —de indecisos o incluso del PSOE—, habrá aumentando sus opciones de gobernar.
¿Es realista que el PP crezca por el centro? Los datos sugieren que sí. En la última encuesta del CIS, un 8,5% de las personas con intención de votar al PSOE dicen que su segunda opción es el PP. La frontera entre ambos partidos es más porosa de lo que se asume. De hecho, el PP ya tiene en sus filas muchos votantes de perfil socialista: un 6% de quienes votarán al PP dicen que el PSOE es el partido “más cercano a sus ideas”. En cambio, entre los votantes del PSOE apenas un 1% se sienten más cercanos al PP. Es otra señal del giro del electorado hacia la derecha.

¿Cuál es la incógnita a la que me referí al principio? Saber qué hará Vox llegado el momento, hipotético, de que el PP lo necesite para una investidura pero se niegue a incluirlo en su gobierno. Feijóo querrá gobernar solo, pero es casi seguro que dependerá de Abascal. ¿Puede Vox bloquear un gobierno del PP o lo verían sus votantes como una traición? Los datos limitan su poder negociador: el 47% de los partidarios de Vox tienen al PP como segunda opción. Es evidente que la mayoría prefieren un gobierno de Feijóo antes que otro de Sánchez. Esa es la buena noticia para el PP. La mala es que dependerán de Vox igualmente, aunque sea un Vox en teoría maniatado.
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Sobre la firma

Es periodista de datos en EL PAÍS y doctor en ingeniería. Antes de llegar al periódico en 2016 era profesor en la Universitat de Girona y en la Politécnica de Valencia. Escribe una newsletter semanal, con explicaciones y gráficos del día a día, y acaba de publicar el libro ‘Piensa claro: Ocho reglas para descifrar el mundo’.
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