Muchos flashes, «gloss», un toque de plástico y una voz que parece prodigiosa; podría ser el titular pero se me queda largo. En noche estival, con Guadarrama atascado en dirección salida, vuelve Jennifer López, ya JLo, a Madrid . La gira se llama «Up all night» y fue anunciada a principios del 2024. Luego cambió de nombre, se canceló por «motivos personales», hubo quejas de los compradores y se reprogramó, siendo hoy la cuarta fecha de una gira que ha arrancado hace apenas unos días en España.Tras un ligero retraso, aparece un contador y se apagan las luces. Suena «On the Floor» y el escenario se llena de bailarines. JLo aparece con mirada de depredadora vistiendo una capa a la que sólo le faltan las lentejuelas. La primera, hit mundial, levanta a todos los fieles, felices de estar aquí y poder grabarse un vídeo. Sigue «Save me tonight», en la que es muy evidente la secuencia (antes llamada «playback») y todo suena muy bajito. La neoyorquina no parece muy preocupada mientras, encaramada sobre una escalera que brilla como el papel albal , estira la silueta para parecer sílfide.Noticia Relacionada estandar No Mad Cool: una jornada marcada por el talento joven, las reivindicaciones y los veteranos más enérgicos Miriam González Ruiz Benson Boone, Alanis Morissette, y Nine Inch Nails han protagonizado algunos de los momentos más destacados del díaEl primer bloque termina con «Sexy Mother Breakdown» y JLo desaparece para cambiarse de ropa, requisito indispensable en un espectáculo moderno. Ahora de negro, reaparece con «Jenny on the block», que homenajea sus inicios y «I’m Real», que suena sospechosamente a karaoke céntrico de suelo pegajoso. El concierto se divide en dos partes: las que canciones que conoce la gente y las que no. En las que sí, «On the floor», «Love don’t cost a thing» o «Up all night» el Movistar Arena salta y amortiza la entrada; en las que no, que son la mayoría, hace frío. Cuando la gente se levanta en un concierto, rara vez se sienta, y hoy, noche estival de calor misericordioso, a mi alrededor hay caras largas. Aplauden 10 minutos, se sientan, encienden el movil y comentan la final del Mundial de Clubes (oigo que el Chelsea está rompiéndola), para volver a saltar cuando suena uno de los éxitos. Cuando termina, y tras comprobar que la siguiente es anónima, vuelven a sentarse. Los mejores momentos del concierto, y hay que decirlo porque son brillantes, son «All I have», que antes de terminar se transforma en una liturgia gospel y «Gracias a la vida» donde JLo canta en la lengua de la Lope una de esas canciones que trascienden generaciones. En ese mismo bloque, más español, JLo aparece vestida de rojo torero y suenan unas rumbitas y palmas andaluzas. Entre el público triunfa la dinámica, realmente por asociación, y los móviles vuelven a grabar.El bloque termina con otras dos en español, «Qué hiciste», de sus primeros éxitos, y «Si una vez», en la que sólo falta la cabra para completar la verbena. Ambas arrancan un aplauso fácil, forzado y previsible del viejo Wizink. Hacia el fina l suenan los grandes éxitos, «Dance Again» y «Let’s get loud» arrancan los últimos flashes antes de los bises, que terminan provocativos con «El anillo», en la que JLo actúa (¿sobreactua?) como gran diva mundial. A la salida escucho a varios fans comentando la jugada y me da la sensación de que no hemos visto el mismo concierto; sospecho que no les gustarían estas líneas Muchos flashes, «gloss», un toque de plástico y una voz que parece prodigiosa; podría ser el titular pero se me queda largo. En noche estival, con Guadarrama atascado en dirección salida, vuelve Jennifer López, ya JLo, a Madrid . La gira se llama «Up all night» y fue anunciada a principios del 2024. Luego cambió de nombre, se canceló por «motivos personales», hubo quejas de los compradores y se reprogramó, siendo hoy la cuarta fecha de una gira que ha arrancado hace apenas unos días en España.Tras un ligero retraso, aparece un contador y se apagan las luces. Suena «On the Floor» y el escenario se llena de bailarines. JLo aparece con mirada de depredadora vistiendo una capa a la que sólo le faltan las lentejuelas. La primera, hit mundial, levanta a todos los fieles, felices de estar aquí y poder grabarse un vídeo. Sigue «Save me tonight», en la que es muy evidente la secuencia (antes llamada «playback») y todo suena muy bajito. La neoyorquina no parece muy preocupada mientras, encaramada sobre una escalera que brilla como el papel albal , estira la silueta para parecer sílfide.Noticia Relacionada estandar No Mad Cool: una jornada marcada por el talento joven, las reivindicaciones y los veteranos más enérgicos Miriam González Ruiz Benson Boone, Alanis Morissette, y Nine Inch Nails han protagonizado algunos de los momentos más destacados del díaEl primer bloque termina con «Sexy Mother Breakdown» y JLo desaparece para cambiarse de ropa, requisito indispensable en un espectáculo moderno. Ahora de negro, reaparece con «Jenny on the block», que homenajea sus inicios y «I’m Real», que suena sospechosamente a karaoke céntrico de suelo pegajoso. El concierto se divide en dos partes: las que canciones que conoce la gente y las que no. En las que sí, «On the floor», «Love don’t cost a thing» o «Up all night» el Movistar Arena salta y amortiza la entrada; en las que no, que son la mayoría, hace frío. Cuando la gente se levanta en un concierto, rara vez se sienta, y hoy, noche estival de calor misericordioso, a mi alrededor hay caras largas. Aplauden 10 minutos, se sientan, encienden el movil y comentan la final del Mundial de Clubes (oigo que el Chelsea está rompiéndola), para volver a saltar cuando suena uno de los éxitos. Cuando termina, y tras comprobar que la siguiente es anónima, vuelven a sentarse. Los mejores momentos del concierto, y hay que decirlo porque son brillantes, son «All I have», que antes de terminar se transforma en una liturgia gospel y «Gracias a la vida» donde JLo canta en la lengua de la Lope una de esas canciones que trascienden generaciones. En ese mismo bloque, más español, JLo aparece vestida de rojo torero y suenan unas rumbitas y palmas andaluzas. Entre el público triunfa la dinámica, realmente por asociación, y los móviles vuelven a grabar.El bloque termina con otras dos en español, «Qué hiciste», de sus primeros éxitos, y «Si una vez», en la que sólo falta la cabra para completar la verbena. Ambas arrancan un aplauso fácil, forzado y previsible del viejo Wizink. Hacia el fina l suenan los grandes éxitos, «Dance Again» y «Let’s get loud» arrancan los últimos flashes antes de los bises, que terminan provocativos con «El anillo», en la que JLo actúa (¿sobreactua?) como gran diva mundial. A la salida escucho a varios fans comentando la jugada y me da la sensación de que no hemos visto el mismo concierto; sospecho que no les gustarían estas líneas
Muchos flashes, «gloss», un toque de plástico y una voz que parece prodigiosa; podría ser el titular pero se me queda largo. En noche estival, con Guadarrama atascado en dirección salida, vuelve Jennifer López, ya JLo, a Madrid. La gira se llama «Up all … night» y fue anunciada a principios del 2024. Luego cambió de nombre, se canceló por «motivos personales», hubo quejas de los compradores y se reprogramó, siendo hoy la cuarta fecha de una gira que ha arrancado hace apenas unos días en España.
Tras un ligero retraso, aparece un contador y se apagan las luces. Suena «On the Floor» y el escenario se llena de bailarines. JLo aparece con mirada de depredadora vistiendo una capa a la que sólo le faltan las lentejuelas. La primera, hit mundial, levanta a todos los fieles, felices de estar aquí y poder grabarse un vídeo.
Sigue «Save me tonight», en la que es muy evidente la secuencia (antes llamada «playback») y todo suena muy bajito. La neoyorquina no parece muy preocupada mientras, encaramada sobre una escalera que brilla como el papel albal, estira la silueta para parecer sílfide.
El primer bloque termina con «Sexy Mother Breakdown» y JLo desaparece para cambiarse de ropa, requisito indispensable en un espectáculo moderno. Ahora de negro, reaparece con «Jenny on the block», que homenajea sus inicios y «I’m Real», que suena sospechosamente a karaoke céntrico de suelo pegajoso.
El concierto se divide en dos partes: las que canciones que conoce la gente y las que no. En las que sí, «On the floor», «Love don’t cost a thing» o «Up all night» el Movistar Arena salta y amortiza la entrada; en las que no, que son la mayoría, hace frío. Cuando la gente se levanta en un concierto, rara vez se sienta, y hoy, noche estival de calor misericordioso, a mi alrededor hay caras largas. Aplauden 10 minutos, se sientan, encienden el movil y comentan la final del Mundial de Clubes (oigo que el Chelsea está rompiéndola), para volver a saltar cuando suena uno de los éxitos. Cuando termina, y tras comprobar que la siguiente es anónima, vuelven a sentarse.
Los mejores momentos del concierto, y hay que decirlo porque son brillantes, son «All I have», que antes de terminar se transforma en una liturgia gospel y «Gracias a la vida» donde JLo canta en la lengua de la Lope una de esas canciones que trascienden generaciones.
En ese mismo bloque, más español, JLo aparece vestida de rojo torero y suenan unas rumbitas y palmas andaluzas. Entre el público triunfa la dinámica, realmente por asociación, y los móviles vuelven a grabar.
El bloque termina con otras dos en español, «Qué hiciste», de sus primeros éxitos, y «Si una vez», en la que sólo falta la cabra para completar la verbena. Ambas arrancan un aplauso fácil, forzado y previsible del viejo Wizink.
Hacia el final suenan los grandes éxitos, «Dance Again» y «Let’s get loud» arrancan los últimos flashes antes de los bises, que terminan provocativos con «El anillo», en la que JLo actúa (¿sobreactua?) como gran diva mundial.
A la salida escucho a varios fans comentando la jugada y me da la sensación de que no hemos visto el mismo concierto; sospecho que no les gustarían estas líneas
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