Mal día para formar parte del equipo de dirección y programación del Cruïlla, festival que hubo de reacomodar su cartel de la jornada de despedida a causa de una dana que finalmente no castigó Barcelona. Como hacer un rompecabezas en el que alguna pieza no cabrá. Pagaron el pato artistas como los Hermanos Gutiérrez o Maika Makowski, además de la programación de comedia y danza, que cayeron del cartel al no caber en su nueva versión comprimida. El público, masivo en la jornada de despedida, también sufrió alguna natural incomodidad, pues pese a que las puertas del recinto se abrieron a las 21:00, media hora antes de lo inicialmente anunciado tras las alertas meteorológicas, la acumulación de público en la entrada fue la primera consecuencia del veleidoso temporal. Con el personal facilitando con la máxima agilidad posible su ingreso en el recinto y la comprensión por parte del respetable de vivirse una situación no achacable a la organización, todo fluyó sin mayor contratiempo. Al final entraron unas 25.000 personas, lo que redondea la cifra de asistencias totales al festival en las 82.000.
La canadiense celebró su pasado dando un toque juvenil a su pase en la última jornada del festival musical de Barcelona
Mal día para formar parte del equipo de dirección y programación del Cruïlla, festival que hubo de reacomodar su cartel de la jornada de despedida a causa de una dana que finalmente no castigó Barcelona. Como hacer un rompecabezas en el que alguna pieza no cabrá. Pagaron el pato artistas como los Hermanos Gutiérrez o Maika Makowski, además de la programación de comedia y danza, que cayeron del cartel al no caber en su nueva versión comprimida. El público, masivo en la jornada de despedida, también sufrió alguna natural incomodidad, pues pese a que las puertas del recinto se abrieron a las 21:00, media hora antes de lo inicialmente anunciado tras las alertas meteorológicas, la acumulación de público en la entrada fue la primera consecuencia del veleidoso temporal. Con el personal facilitando con la máxima agilidad posible su ingreso en el recinto y la comprensión por parte del respetable de vivirse una situación no achacable a la organización, todo fluyó sin mayor contratiempo. Al final entraron unas 25.000 personas, lo que redondea la cifra de asistencias totales al festival en las 82.000.
El certamen celebraba su quinceavo aniversario, aunque en su última jornada la media de edad no fue precisamente adolescente, dada la presencia en el cartel de Alanis Morissette, quien actuó a la hora inicialmente prevista. Más tarde lo hicieron Love Of Lesbian, los otros cabezas de cartel, con un segundo concierto en este Cruïlla, que a modo de celebración tuvo la participación de artistas convidados como Alizzz, Maria Hein o Marc Gili (Dorian), alguno de los representantes de la escena local que acompañaron a los de Santi Balmes en un repaso a sus grandes éxitos. Antes Pau Vallvé, armado con un cancionero presentado con humor y defendido en formato trío con la puntual compañía de un nutrido grupo de percusión, Kabum, y León Benavente, banda eléctrica y crítica con su rock crispado, que su líder, Abraham Boba interpretó hasta cantando desde el público su último tema, “Ayer salí”, fueron los protagonistas de los primeros compases del festival.
Pero fue la de Alanis Morissette una de las participaciones más esperadas, a lo que ella respondió con un show de entrega tan juvenil que resultó hasta chocante. Lo inició corriendo por escena, desmelenada, en Hand 0n My Pocket y pese a que lo acabó andando, siempre más rápido que Rajoy, dejó en la retina la sensación de que Alanis desea combatir el paso del tiempo a base de despliegues físicos. Porque además del puramente atlético, su voz, que mantiene el tono y la potencia, fue usada precisamente para demostrar que mantiene el tono y la potencia, alejándose teatralmente del micro como si éste fuese portador de afonía. Parecía más bien pirotecnia vocal por encima de necesidad interpretativa, todo ello en medio de una gestualidad escénica que la llevó a girar sobre sí misma como si de un derviche giróvago se tratase en Smiling. En este tema su melena, aún azabache, hacía las veces de las túnicas que vuelan en las “samas”, flotando con apariencia ingrávida. Descartada la finalidad religiosa, su final descanso de rodillas en escena pudo atribuirse al natural mareo tras tanto giro.
La cantante canadiense basó su cancionero en el disco que permitió que 30 años después una multitud cantase con ella temas como You Learn o Ironic, muestra de un sonido comercial de aspecto alternativo y trasunto rockero que más que en la forma de sus canciones encontró sentido en la denuncia de una sociedad e industria, la musical, que si hoy sigue siendo patriarcal en los 90 lo era sin conciencia de serlo, con la naturalidad propia de una larga tradición. Esos mensajes se vieron amplificados por la impresión en escena de textos que aludían a las diferencias aún existentes entre hombres y mujeres, marcando un claro perfil reivindicativo.
Pese a ello, la dinámica del concierto descendía cuando los temas no eran cosecha del álbum Jagged Little Pill, incluso cuando Alanis enfocó un tramo de baladas en él incluidas como Rest o Mary Jane, que interpretó junto a Perfect con base en teclado, atrapando fundamentalmente a la parte de la asistencia más próxima al escenario. Ya en la parte final se desató la euforia, aliada en este caso de la memoria emocional, al sonar You Oughta Know justo antes de los bises, cuya intensidad bajó hasta la despedida con Thank U. Fue la de Alanis, junto a la posterior de Love Of Lesbian, las dos actuaciones que imprimieron carácter a un festival que ya trabaja en su próxima edición.