El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro, Sébastien Lecornu, se han reunido de urgencia este domingo por la tarde en el Palacio del Elíseo para nombrar un nuevo Gobierno. Es el cuarto en poco más de un año, desde que el presidente disolvió la Asamblea. El anterior duró 836 minutos. En parte por eso, el nuevo Ejecutivo incluye ahora a un numeroso grupo de representantes de la sociedad civil y altos funcionarios que aportan el aire tecnócrata que busca Lecornu para sacar adelante un Presupuesto y afrontar el tramo final de la legislatura. No son perfiles polémicos, hay caras nuevas y jóvenes y, a priori, invitan a un cierto optimismo por parte del Elíseo.
Macron reunió de urgencia a su primer ministro para configurar un ejecutivo antes de su viaje a Egipto y poder así presentar un Presupuesto a la Asamblea Nacional
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro, Sébastien Lecornu, se han reunido de urgencia este domingo por la tarde en el Palacio del Elíseo para nombrar un nuevo Gobierno. Es el cuarto en poco más de un año, desde que el presidente disolvió la Asamblea. El Ejecutivo incluye ahora a un numeroso grupo de representantes de la sociedad civil y altos funcionarios que aportan el aire tecnócrata que busca Lecornu para sacar adelante un Presupuesto y afrontar el tramo final de la legislatura. No son perfiles polémicos, hay caras nuevas y jóvenes y, a priori, invitan a un cierto optimismo por parte del Elíseo.
Macron aseguró que daría carta blanca a Lecornu en su segundo intento por formar Gobierno. Podía elegir lo que quisiera. Y el nuevo primer ministro, hábil negociador, quería alejarse del espectro de los partidos. También, sobre todo, evitar incluir a potenciales candidatos a las elecciones presidenciales de 2027, como Bruno Retailleau (Los Republicanos, derecha). Para el primer ministro, esas ambiciones personales han sido uno de los motivos que ha hecho descarrilar los anteriores ejecutivos.
Lecornu no quiere ahora estridencias o disonancias. Ha pedido a sus ministros sobriedad, nada de pompa ni prensa o invitados externos en los traspasos de poderes. Perfil bajo, silencio y trabajo.
La lista está compuesta por un gran número de enarcas (funcionarios salidos de la Escuela Nacional de Administración, ENA) expertos en sus áreas, como Monique Barbut, directora general de WWF ex enviada especial para el Medio Ambiente del Elíseo, y nueva ministra de Transición Ecológica. El perfil del técnico lo encarna perfectamente Jean-Pièrre Farandou, hasta ahora director general de SNCF, la compañía pública ferroviaria. También el de Laurent Núñez, prefecto de París, como ministro del Interior. Nuñez ha desarrollado una carrera de alto funcionario ligada siempre a temas de seguridad, policía, lucha antiterrorista y coordinación del Estado. Algo similar ocurre con Édouard Geffray, un alto funcionario especializado en asuntos educativos, regulación jurídica y derechos informáticos. Será el nuevo ministro de Educación.
Hay, también, algunas concesiones a los partidos. La ministra saliente de Trabajo, Catherine Vautrin, de Los Republicanos, ha sido nombrada ministra de las Fuerzas Armadas. También, quizá de forma menos entendible, la continuidad Gérald Darmanin, como ministro de Justicia. Un perfil salido del macronismo, sin que hoy se sepa ya exactamente qué significa eso. Repite también Jean-Noël Barrot, en Exteriores. La cartera, en un momento altamente inflamable internacionalmente, exigía conocimiento y continuidad. Y, sobre todo, repite Roland Lescure (Renaissance) al frente del complicado Ministerio de Economía, que deberá apuntalar el presupuesto.
Vincent Jeanbrun, del grupo LIOT, se encargará del ministerio de la Ciudad. Una concesión a este apartado de la Asamblea Nacional que le permite ampliar la base de apoyos. LIOT es un grupo parlamentario en la Asamblea Nacional francesa cuyo nombre completo es Libertés, Indépendants, Outre-mer et Territoires y que defiende los intereses de dichos territorios. Precisamente, al frente del ministerio de Ultramar, Lecornu nombrará a Naïma Moutchou, joven abogada procedente del macronismo.
Lecornu dimitió hace poco más de una semana tras nombrar a los ministros de su Ejecutivo. Entonces, dicha configuración levantó ampollas entre los partidos del llamado bloque común, especialmente en Los Republicanos. Una tensión que desembocó en la salida ―después se supo que temporal― de Lecornu. Cabe preguntarse ahora si las diferencias son tan grandes como para pensar que, esta vez, será capaz de sacar adelante su proyecto de Gobierno.
El nombramiento del Ejecutivo se ha acelerado en las últimas horas porque el viaje de Macron a Sharm el Sheij (Egipto) para apoyar la firma del acuerdo de alto en fuego en Gaza impedía al presidente de la República estar presente en lunes en Francia, como es necesario para que se puedan designar los ministros. Su ausencia no permitiría que haya un Gabinete el martes (antes debe celebrarse un Consejo de Ministros), cuando Lecornu debe realizar su discurso de política general y está previsto que se presenten los presupuestos en la Asamblea Nacional.
Olivier Faure, líder del Partido Socialista, advirtió pocas horas antes que su partido no formaría parte del Ejecutivo. Además, aseguró que no hay ningún pacto de no censura, pero que si el Gobierno de Lecornu suspende la muy polémica reforma de las pensiones ―que eleva sustancialmente la edad de jubilación― y no aplica el artíuclo 49.3 de la Constitución que permite aprobar por decreto sus proyectos, no vería motivo para tumbarlo.
La idea de un Lecornu bis había sido rechazada por los partidos. Incluso por la propia formación del presidente, que se manifestó en contra por la mañana. ¿Por qué aceptó su dimisión el lunes si iba a volver a designarlo el viernes?, se preguntaban. Se consideraba, además, una provocación, un síntoma de la alergia del jefe del Estado a ceder poder.
El anterior Ejecutivo de Lecornu duró 836 minutos, el más breve de la historia de Francia. Pero Macron ignoró todas las advertencias y decidió seguir con la primera idea que tuvo. El primer ministro es un estrecho colaborador del jefe del Estado y su nombramiento fue visto también como una manera de conservar el control del Ejecutivo. Esta, probalblmente, sea la última oportunidad de ambos.
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