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  Cultura  Luis Alberto de Cuenca, la poesía que refleja el gusto por vivir
Cultura

Luis Alberto de Cuenca, la poesía que refleja el gusto por vivir

mayo 30, 2025
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Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es uno de nuestros poetas más leídos, más queridos y más admirados. Hay algo en su poesía que sobrepasa las meras fronteras temporales para pasar a formar parte de la intimidad de la gente. Por eso lo seguimos leyendo, por eso los lectores y los poetas más jóvenes lo sienten como algo propio , como ese maestro que les enseña la temperatura de la poesía del siglo XXI y cómo leer la tradición que han heredado; y por eso, igualmente, los lectores de más edad se reconocen en su obra porque en ella se refleja cada una de sus biografías sentimentales, desde el Tintín de la infancia hasta las movidas juveniles y los veranos apacibles de la madurez. Noticias relacionadas reportaje Si Mosaico hallado en la ciudad de Madrid: Luis Alberto de Cuenca, el héroe de las mil caras Bruno Pardo Porto reportaje Si Recuerdos y retratos de Luis Alberto de Cuenca VV. AA.Seguimos leyendo a Luis Alberto de Cuenca , por tanto, porque ha hecho de su biografía y sus ficciones biográficas no solo un diario personal, sino que ha sabido transmitir la atmósfera sentimental de su época. Tanto en sus poemas como en sus letras de canciones hay una crónica de este tiempo fascinante y caótico , de todos nuestros amores nómadas, de las noches, sus monstruos y sus situaciones canallas; en ellos los clásicos dialogan con las mujeres fatales de la noche madrileña, la alta cultura tiende su mano a la cultura popular. Lo seguimos leyendo porque en sus poemas se encienden los neones de nuestras ciudades, porque laten los corazones solitarios, y las boquitas pintadas dejan su rastro en la copa de nuestros deseos. Porque es irónico, y sus versos están atravesados por el cine negro, por las atmósferas de lo fantástico y las viñetas del cómic. Poesía clara, cercana, donde la intimidad se mira en el espejo del humor, y frente a los malditismos y las aventuras oscuras de gran parte de la lírica del siglo XX, él se viste el traje de lo clásicoLuis Alberto de Cuenca ha hecho que nuestra vida sea una tira de una historia gráfica, y, lo mismo que algunos de los más bellos poemas clásicos hicieron con el mundo mitológico, utiliza nuestros nuevos mitos modernos para crear una subjetividad, una estética y una ética propias de la sociedad de hoy. Él ha logrado ajustar las agujas de nuestro reloj de lectores de poesía y ha creado las imágenes que encierran los mitos de nuestra vida cotidiana. Ha construido una voz elegante, desenfadada, decididamente fetichista, única, una poesía insigne y emocionante, y unos personajes que demuestran una y otra vez el gusto por vivir.En este momento en el que acaba de concedérsele el premio Reina Sofía de Poesía 2025 , los libros que celebran su obra se alinean como a veces lo hacen los planetas: ‘El triunfo de estar vivo (Obra poética 1996-2012)’, en Cátedra, la reedición de ‘Cuaderno de vacaciones’ (Reino de Cordelia), y la edición de ‘Ala de cisne’ en Visor, su último libro de versos. En todos ellos se despliega esta poesía clara, cercana, íntima donde la intimidad se mira en el espejo del humor, donde, frente a las irracionalidades, los malditismos y las aventuras oscuras de gran parte de la poesía del siglo XX, él se viste el traje de lo clásico y apuesta por la revolución de la poesía que comunica, por el fulgor del endecasílabo, por la música de la sencillez y la apuesta vital de la felicidad, ese destino al que aspiraban los ilustrados.Amor y tiempoVolver a encontrarse con los poemas de ‘La vida en llamas’, ‘El reino blanco’, ‘Cuaderno de vacaciones’ o el reciente ‘Ala de cisne’ es hacerlo con toda una iconografía, una mitología y una imaginería capaz de intensificar lo que pasa en la calle. Seguimos leyendo la poesía de Luis Alberto de Cuenca porque eso que llamamos intensidad adquiere en él unos matices muy personales, nace no del patetismo sino del distanciamiento. Luis Alberto de Cuenca es sin duda uno de nuestros grandes poetas actuales del amor, muy pocos han escrito como él sobre lo que es hoy ese sentimiento en nuestras sociedades, no ya líquidas, sino gaseosas. Para él, el amor es una búsqueda y una forma de estar en el mundo , el nomadismo de un personaje que anda tras una vida plena, que sabe que solo el deseo, la pasión o el erotismo dan a nuestra vida una dimensión mayor. En los poemas amorosos de De Cuenca nunca hay dramatismo aunque haya drama, nunca hay desgarro aunque haya melancolía y soledad. Su poesía amorosa es esencialmente biográfica , por eso es fácil ver las distintas formas en las que ha ido evolucionando, desde los vagabundeos juveniles por noches, bares, cuerpos, heroínas o vampiresas hasta un amor de madurez que busca una mayor serenidad, un calor sentimental, un apoyo de vida. La poesía de Luis Alberto de Cuenca es una poesía que cada vez más medita sobre el tema del tiempo. Su propia esencia biográfica (de esa biografía tan real como fingida) hacen que en ella tenga cabida ese diario de los hechos, los sueños, las lecturas y las culturas que conforman su vida.Lo leemos y lo seguirán leyendo las generaciones futuras, como ocurre con los clásicosEl personaje de sus poemas siempre tan vitalista se mira en el tiempo, lo disfruta, lo apura, lo vive como una magia y como un misterio. El tiempo no forma parte de una tragedia sino de una nueva oportunidad de vivir. Constata, por ejemplo, la vejez, pero como esos años, esos días o esas horas en que volver a ser feliz de nuevo. Aunque Luis Alberto de Cuenca se vuelva más meditativo, más elegíaco, no deja de mirar la vida en toda su capacidad para seguir asombrándole , porque para él el sexo, los paisajes, los viajes, los libros son un asombro. Es cierto que en su poesía última la pérdida de amigos, el vacío de los que se fueron ha dado lugar a los plantos más bellos que se pueden leer hoy en nuestra poesía (véase el soneto a José Luis Chousa en ‘El secreto del Mago’), que reelabora, sin acudir a los existencialismos caducos, temas como la muerte, la finitud, la duda o incluso Dios, pero para convertirlo en un canto a la vida. Luis Alberto de Cuenca ha escrito una de las más altas, más grandes y más emocionantes poesías de nuestro tiempo. Por eso lo leemos y lo seguirán leyendo las generaciones futuras, como ocurre con los clásicos, situados más allá del tiempo. Su voz, tan personal, tan singular, ha influido muy profundamente en la poesía española de estas últimas décadas , y, sin duda, da la perfecta medida de lo que es escribir a comienzos del siglo XXI. En toda su obra ha sabido mantener siempre un estado de lucidez y de inspiración, un estado de gracia. Nunca defrauda. Sus versos seguirán vivos. Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es uno de nuestros poetas más leídos, más queridos y más admirados. Hay algo en su poesía que sobrepasa las meras fronteras temporales para pasar a formar parte de la intimidad de la gente. Por eso lo seguimos leyendo, por eso los lectores y los poetas más jóvenes lo sienten como algo propio , como ese maestro que les enseña la temperatura de la poesía del siglo XXI y cómo leer la tradición que han heredado; y por eso, igualmente, los lectores de más edad se reconocen en su obra porque en ella se refleja cada una de sus biografías sentimentales, desde el Tintín de la infancia hasta las movidas juveniles y los veranos apacibles de la madurez. Noticias relacionadas reportaje Si Mosaico hallado en la ciudad de Madrid: Luis Alberto de Cuenca, el héroe de las mil caras Bruno Pardo Porto reportaje Si Recuerdos y retratos de Luis Alberto de Cuenca VV. AA.Seguimos leyendo a Luis Alberto de Cuenca , por tanto, porque ha hecho de su biografía y sus ficciones biográficas no solo un diario personal, sino que ha sabido transmitir la atmósfera sentimental de su época. Tanto en sus poemas como en sus letras de canciones hay una crónica de este tiempo fascinante y caótico , de todos nuestros amores nómadas, de las noches, sus monstruos y sus situaciones canallas; en ellos los clásicos dialogan con las mujeres fatales de la noche madrileña, la alta cultura tiende su mano a la cultura popular. Lo seguimos leyendo porque en sus poemas se encienden los neones de nuestras ciudades, porque laten los corazones solitarios, y las boquitas pintadas dejan su rastro en la copa de nuestros deseos. Porque es irónico, y sus versos están atravesados por el cine negro, por las atmósferas de lo fantástico y las viñetas del cómic. Poesía clara, cercana, donde la intimidad se mira en el espejo del humor, y frente a los malditismos y las aventuras oscuras de gran parte de la lírica del siglo XX, él se viste el traje de lo clásicoLuis Alberto de Cuenca ha hecho que nuestra vida sea una tira de una historia gráfica, y, lo mismo que algunos de los más bellos poemas clásicos hicieron con el mundo mitológico, utiliza nuestros nuevos mitos modernos para crear una subjetividad, una estética y una ética propias de la sociedad de hoy. Él ha logrado ajustar las agujas de nuestro reloj de lectores de poesía y ha creado las imágenes que encierran los mitos de nuestra vida cotidiana. Ha construido una voz elegante, desenfadada, decididamente fetichista, única, una poesía insigne y emocionante, y unos personajes que demuestran una y otra vez el gusto por vivir.En este momento en el que acaba de concedérsele el premio Reina Sofía de Poesía 2025 , los libros que celebran su obra se alinean como a veces lo hacen los planetas: ‘El triunfo de estar vivo (Obra poética 1996-2012)’, en Cátedra, la reedición de ‘Cuaderno de vacaciones’ (Reino de Cordelia), y la edición de ‘Ala de cisne’ en Visor, su último libro de versos. En todos ellos se despliega esta poesía clara, cercana, íntima donde la intimidad se mira en el espejo del humor, donde, frente a las irracionalidades, los malditismos y las aventuras oscuras de gran parte de la poesía del siglo XX, él se viste el traje de lo clásico y apuesta por la revolución de la poesía que comunica, por el fulgor del endecasílabo, por la música de la sencillez y la apuesta vital de la felicidad, ese destino al que aspiraban los ilustrados.Amor y tiempoVolver a encontrarse con los poemas de ‘La vida en llamas’, ‘El reino blanco’, ‘Cuaderno de vacaciones’ o el reciente ‘Ala de cisne’ es hacerlo con toda una iconografía, una mitología y una imaginería capaz de intensificar lo que pasa en la calle. Seguimos leyendo la poesía de Luis Alberto de Cuenca porque eso que llamamos intensidad adquiere en él unos matices muy personales, nace no del patetismo sino del distanciamiento. Luis Alberto de Cuenca es sin duda uno de nuestros grandes poetas actuales del amor, muy pocos han escrito como él sobre lo que es hoy ese sentimiento en nuestras sociedades, no ya líquidas, sino gaseosas. Para él, el amor es una búsqueda y una forma de estar en el mundo , el nomadismo de un personaje que anda tras una vida plena, que sabe que solo el deseo, la pasión o el erotismo dan a nuestra vida una dimensión mayor. En los poemas amorosos de De Cuenca nunca hay dramatismo aunque haya drama, nunca hay desgarro aunque haya melancolía y soledad. Su poesía amorosa es esencialmente biográfica , por eso es fácil ver las distintas formas en las que ha ido evolucionando, desde los vagabundeos juveniles por noches, bares, cuerpos, heroínas o vampiresas hasta un amor de madurez que busca una mayor serenidad, un calor sentimental, un apoyo de vida. La poesía de Luis Alberto de Cuenca es una poesía que cada vez más medita sobre el tema del tiempo. Su propia esencia biográfica (de esa biografía tan real como fingida) hacen que en ella tenga cabida ese diario de los hechos, los sueños, las lecturas y las culturas que conforman su vida.Lo leemos y lo seguirán leyendo las generaciones futuras, como ocurre con los clásicosEl personaje de sus poemas siempre tan vitalista se mira en el tiempo, lo disfruta, lo apura, lo vive como una magia y como un misterio. El tiempo no forma parte de una tragedia sino de una nueva oportunidad de vivir. Constata, por ejemplo, la vejez, pero como esos años, esos días o esas horas en que volver a ser feliz de nuevo. Aunque Luis Alberto de Cuenca se vuelva más meditativo, más elegíaco, no deja de mirar la vida en toda su capacidad para seguir asombrándole , porque para él el sexo, los paisajes, los viajes, los libros son un asombro. Es cierto que en su poesía última la pérdida de amigos, el vacío de los que se fueron ha dado lugar a los plantos más bellos que se pueden leer hoy en nuestra poesía (véase el soneto a José Luis Chousa en ‘El secreto del Mago’), que reelabora, sin acudir a los existencialismos caducos, temas como la muerte, la finitud, la duda o incluso Dios, pero para convertirlo en un canto a la vida. Luis Alberto de Cuenca ha escrito una de las más altas, más grandes y más emocionantes poesías de nuestro tiempo. Por eso lo leemos y lo seguirán leyendo las generaciones futuras, como ocurre con los clásicos, situados más allá del tiempo. Su voz, tan personal, tan singular, ha influido muy profundamente en la poesía española de estas últimas décadas , y, sin duda, da la perfecta medida de lo que es escribir a comienzos del siglo XXI. En toda su obra ha sabido mantener siempre un estado de lucidez y de inspiración, un estado de gracia. Nunca defrauda. Sus versos seguirán vivos.  

Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es uno de nuestros poetas más leídos, más queridos y más admirados. Hay algo en su poesía que sobrepasa las meras fronteras temporales para pasar a formar parte de la intimidad de la gente. Por eso lo seguimos leyendo, … por eso los lectores y los poetas más jóvenes lo sienten como algo propio, como ese maestro que les enseña la temperatura de la poesía del siglo XXI y cómo leer la tradición que han heredado; y por eso, igualmente, los lectores de más edad se reconocen en su obra porque en ella se refleja cada una de sus biografías sentimentales, desde el Tintín de la infancia hasta las movidas juveniles y los veranos apacibles de la madurez.

Seguimos leyendo a Luis Alberto de Cuenca, por tanto, porque ha hecho de su biografía y sus ficciones biográficas no solo un diario personal, sino que ha sabido transmitir la atmósfera sentimental de su época. Tanto en sus poemas como en sus letras de canciones hay una crónica de este tiempo fascinante y caótico, de todos nuestros amores nómadas, de las noches, sus monstruos y sus situaciones canallas; en ellos los clásicos dialogan con las mujeres fatales de la noche madrileña, la alta cultura tiende su mano a la cultura popular.

Lo seguimos leyendo porque en sus poemas se encienden los neones de nuestras ciudades, porque laten los corazones solitarios, y las boquitas pintadas dejan su rastro en la copa de nuestros deseos. Porque es irónico, y sus versos están atravesados por el cine negro, por las atmósferas de lo fantástico y las viñetas del cómic.

Poesía clara, cercana, donde la intimidad se mira en el espejo del humor, y frente a los malditismos y las aventuras oscuras de gran parte de la lírica del siglo XX, él se viste el traje de lo clásico

Luis Alberto de Cuenca ha hecho que nuestra vida sea una tira de una historia gráfica, y, lo mismo que algunos de los más bellos poemas clásicos hicieron con el mundo mitológico, utiliza nuestros nuevos mitos modernos para crear una subjetividad, una estética y una ética propias de la sociedad de hoy.

Él ha logrado ajustar las agujas de nuestro reloj de lectores de poesía y ha creado las imágenes que encierran los mitos de nuestra vida cotidiana. Ha construido una voz elegante, desenfadada, decididamente fetichista, única, una poesía insigne y emocionante, y unos personajes que demuestran una y otra vez el gusto por vivir.

En este momento en el que acaba de concedérsele el premio Reina Sofía de Poesía 2025, los libros que celebran su obra se alinean como a veces lo hacen los planetas: ‘El triunfo de estar vivo (Obra poética 1996-2012)’, en Cátedra, la reedición de ‘Cuaderno de vacaciones’ (Reino de Cordelia), y la edición de ‘Ala de cisne’ en Visor, su último libro de versos.

En todos ellos se despliega esta poesía clara, cercana, íntima donde la intimidad se mira en el espejo del humor, donde, frente a las irracionalidades, los malditismos y las aventuras oscuras de gran parte de la poesía del siglo XX, él se viste el traje de lo clásico y apuesta por la revolución de la poesía que comunica, por el fulgor del endecasílabo, por la música de la sencillez y la apuesta vital de la felicidad, ese destino al que aspiraban los ilustrados.

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Luis Alberto de Cuenca es sin duda uno de nuestros grandes poetas actuales del amor, muy pocos han escrito como él sobre lo que es hoy ese sentimiento en nuestras sociedades, no ya líquidas, sino gaseosas. Para él, el amor es una búsqueda y una forma de estar en el mundo, el nomadismo de un personaje que anda tras una vida plena, que sabe que solo el deseo, la pasión o el erotismo dan a nuestra vida una dimensión mayor.

En los poemas amorosos de De Cuenca nunca hay dramatismo aunque haya drama, nunca hay desgarro aunque haya melancolía y soledad. Su poesía amorosa es esencialmente biográfica, por eso es fácil ver las distintas formas en las que ha ido evolucionando, desde los vagabundeos juveniles por noches, bares, cuerpos, heroínas o vampiresas hasta un amor de madurez que busca una mayor serenidad, un calor sentimental, un apoyo de vida.

La poesía de Luis Alberto de Cuenca es una poesía que cada vez más medita sobre el tema del tiempo. Su propia esencia biográfica (de esa biografía tan real como fingida) hacen que en ella tenga cabida ese diario de los hechos, los sueños, las lecturas y las culturas que conforman su vida.

Lo leemos y lo seguirán leyendo las generaciones futuras, como ocurre con los clásicos

El personaje de sus poemas siempre tan vitalista se mira en el tiempo, lo disfruta, lo apura, lo vive como una magia y como un misterio. El tiempo no forma parte de una tragedia sino de una nueva oportunidad de vivir. Constata, por ejemplo, la vejez, pero como esos años, esos días o esas horas en que volver a ser feliz de nuevo. Aunque Luis Alberto de Cuenca se vuelva más meditativo, más elegíaco, no deja de mirar la vida en toda su capacidad para seguir asombrándole, porque para él el sexo, los paisajes, los viajes, los libros son un asombro.

Es cierto que en su poesía última la pérdida de amigos, el vacío de los que se fueron ha dado lugar a los plantos más bellos que se pueden leer hoy en nuestra poesía (véase el soneto a José Luis Chousa en ‘El secreto del Mago’), que reelabora, sin acudir a los existencialismos caducos, temas como la muerte, la finitud, la duda o incluso Dios, pero para convertirlo en un canto a la vida.

Luis Alberto de Cuenca ha escrito una de las más altas, más grandes y más emocionantes poesías de nuestro tiempo. Por eso lo leemos y lo seguirán leyendo las generaciones futuras, como ocurre con los clásicos, situados más allá del tiempo.

Su voz, tan personal, tan singular, ha influido muy profundamente en la poesía española de estas últimas décadas, y, sin duda, da la perfecta medida de lo que es escribir a comienzos del siglo XXI. En toda su obra ha sabido mantener siempre un estado de lucidez y de inspiración, un estado de gracia. Nunca defrauda. Sus versos seguirán vivos.

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