La mejor biografía de Bauman, hasta el momento, es la de Isabela Wagner titulada, ‘Bauman. Una biografía’. Fue publicada también por Paidós en el año 2022. Y en estas mismas páginas hablé de ella. Ahora reunidos por la propia Wagner, aparecen estos escritos dispersos, muchos de ellos apuntes autobiográficos sobre todo relacionados con sus años polacos y su familia. Pero para mí l o más interesante son las páginas de carácter reflexivo y filosófico. Bauman (1925-2017), nació en Polonia y murió en el Reino Unido. Fue uno de los más grandes premonitores de lo que nos está aconteciendo. ENSAYO ‘Mi vida en fragmentos’ Autor Zygmunt Bauman Editorial Paidós Año 2025 Páginas 288 Precio 21,90 euros 4En ‘Retrotopia’ su último libro, vaticinó el regreso a los años veinte y treinta del sangriento pasado siglo. Bauman conoció el nazismo, el comunismo, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra fría. Y todos estos acontecimientos los padeció doblemente: como judío y polaco. Asistió también al nacimiento del Estado de Israel que siempre rechazó. Más aún cuando trató de instalarse en él y reconoció sus discrepancias insalvables para continuar allí. En el mundo comunista polaco tuvo cargos que nunca ocultó. Exiliado definitivamente en Inglaterra terminó siendo catedrático emérito de sociología en las universidades de Varsovia y Leeds. «He cabalgado mi Rocinante hasta casi la muerte, pero mis peregrinajes no fueron particularmente pintorescos. Fueron, más bien, demasiado monótonos como para merecer una sonrisa cervantina, aunque se vieron coronados con el mismo éxito que la misión de don Quijote», escribe en uno de los apuntes. Si Bauman fue un exiliado político polaco, Kundera lo fue checoslovaco. Dos nacionalidades distintas bajo la misma opresión marxista. Este acontecimiento influyó de manera decisiva en sus obras. Kundera había escrito que el exilio es un «estado de alienación», no respecto al país que se llega, pues a este se le domestica dejándose domesticar por él, y lo foráneo rápidamente se convierte en doméstico. No, en el exilio, añade Kundera, se está alienado del país que se ha dejado atrás . Lo cercano y familiar se hace ajeno. Y uno se da cuenta cuando retorna, caso de que se pueda. En realidad para el autor de ‘La insoportable levedad del ser’, toda la vida es un exilio del ahora y el aquí, «la vida es un viaje desde lo familiar a lo extraño» . Bauman comparte esta reflexión a través de lo que él entiende por Patria. La seguridad, la ausencia de lo incomprensible. Reintegrarse a un espacio no significa recuperar el tiempo perdido. «Soy un judío polaco.Detesto el antisemitismo polaco y el proceder de Israel»El exilio, escribe Bauman, le roba al refugiado su identidad, su confianza, sus conocimientos, le impone otra lengua. L o extranjero es el dominio del desorden, de la sorpresa y de la confusión. Esto no quiere decir que ambos, Kundera y Bauman, estuvieran disconformes con la acogida que tuvieron tanto en Francia como en la Gran Bretaña. El ensayista no está de acuerdo con el novelista en el juicio que el segundo hace de ‘El proceso’ de Kafka. Kundera califica la novela de «extremadamente apoética». Pero Bauman prefiere centrarse en lo que sí están de acuerdo y que es lo más importante. Que la libertad humana va menguando, que la originalidad del individuo es desdeñada por la sociedad, y que el ser humano está en manos extrahumanas : la burocracia, la ciencia, la tecnología, el determinismo de la historia. Bauman como Kafka y quizás Kundera, están contra el afán de la medicina moderna de prolongar la vida vegetativa. Vivimos en el ocaso del mundo posmoderno, un mundo que para el gran sociólogo polaco llegó después del mundo —o mejor dicho— que sustituyó al mundo que era nuestro hogar. En aquel otro mundo había una pureza moral: la honestidad individual, tanto artística como intelectual. Pero en nuestros días, recalca Bauman, ni siquiera es un rasgo apreciado. Maestros de la hipocresíaÉl carga contra la sumisión de los intelectuales y c omo Milosz en su libro ‘La mente cautiva’, condena a quienes colaboraron y fueron cómplices de los soviéticos. Ya en democracia, en Polonia, Kaczynski en una entrevista aseguró que se estaban tomando iniciativas para acabar con esos pensadores que revolvían a la opinión pública. Son importantes las páginas donde reflexiona sobre Primo Levi y los sobrevivientes de los campos de concentración . Su conclusión es que en situaciones como esas todos son enemigos y rivales. La sobrevivencia se antepone a todo lo demás. Y esto lo confirma con citas de ‘Masa y poder’ de Canetti. En el fondo es una grave acusación porque culparía a todos los supervivientes de algún tipo de participación con respecto a la muerte de los demás. Quizás una culpa inocente, una culpa derivada de nuestra propia antropología. Bauman juzga más violento al nazismo que al comunismo. «El encanto de sus lemas, la publicidad de la justicia social y el amor a la patria engañaban. Pero nada de lo que prometían se cumplió. Fueron maestros malévolos de la hipocresía». «Me siento responsable de mi polonidad como de mi comunismo puntual de antaño, mi socialismo de toda la vida, mi repudio de Israel y mi decisión de ser una persona desplazada, extraterritorial y súbdito leal de la Corona. Soy un judío polaco, perteneciente a una tradición que dio al mundo su sentido moral, su conciencia, su anhelo de perfección, su sueño milenarista. No veo la dificultad de cuadrar mi judaísmo con mi polonidad. Detesto el antisemitismo polaco y el proceder de Israel. La idea judía se refleja en el sufrimiento como redención, y en la voluntad moral como algo que ninguna coerción puede crear y ninguna violencia puede destruir». Así era Bauman, un superviviente de la propia existencia y de las ideologías. Un maestro que, a pesar del gran legado de su obra, echamos de menos. La mejor biografía de Bauman, hasta el momento, es la de Isabela Wagner titulada, ‘Bauman. Una biografía’. Fue publicada también por Paidós en el año 2022. Y en estas mismas páginas hablé de ella. Ahora reunidos por la propia Wagner, aparecen estos escritos dispersos, muchos de ellos apuntes autobiográficos sobre todo relacionados con sus años polacos y su familia. Pero para mí l o más interesante son las páginas de carácter reflexivo y filosófico. Bauman (1925-2017), nació en Polonia y murió en el Reino Unido. Fue uno de los más grandes premonitores de lo que nos está aconteciendo. ENSAYO ‘Mi vida en fragmentos’ Autor Zygmunt Bauman Editorial Paidós Año 2025 Páginas 288 Precio 21,90 euros 4En ‘Retrotopia’ su último libro, vaticinó el regreso a los años veinte y treinta del sangriento pasado siglo. Bauman conoció el nazismo, el comunismo, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra fría. Y todos estos acontecimientos los padeció doblemente: como judío y polaco. Asistió también al nacimiento del Estado de Israel que siempre rechazó. Más aún cuando trató de instalarse en él y reconoció sus discrepancias insalvables para continuar allí. En el mundo comunista polaco tuvo cargos que nunca ocultó. Exiliado definitivamente en Inglaterra terminó siendo catedrático emérito de sociología en las universidades de Varsovia y Leeds. «He cabalgado mi Rocinante hasta casi la muerte, pero mis peregrinajes no fueron particularmente pintorescos. Fueron, más bien, demasiado monótonos como para merecer una sonrisa cervantina, aunque se vieron coronados con el mismo éxito que la misión de don Quijote», escribe en uno de los apuntes. Si Bauman fue un exiliado político polaco, Kundera lo fue checoslovaco. Dos nacionalidades distintas bajo la misma opresión marxista. Este acontecimiento influyó de manera decisiva en sus obras. Kundera había escrito que el exilio es un «estado de alienación», no respecto al país que se llega, pues a este se le domestica dejándose domesticar por él, y lo foráneo rápidamente se convierte en doméstico. No, en el exilio, añade Kundera, se está alienado del país que se ha dejado atrás . Lo cercano y familiar se hace ajeno. Y uno se da cuenta cuando retorna, caso de que se pueda. En realidad para el autor de ‘La insoportable levedad del ser’, toda la vida es un exilio del ahora y el aquí, «la vida es un viaje desde lo familiar a lo extraño» . Bauman comparte esta reflexión a través de lo que él entiende por Patria. La seguridad, la ausencia de lo incomprensible. Reintegrarse a un espacio no significa recuperar el tiempo perdido. «Soy un judío polaco.Detesto el antisemitismo polaco y el proceder de Israel»El exilio, escribe Bauman, le roba al refugiado su identidad, su confianza, sus conocimientos, le impone otra lengua. L o extranjero es el dominio del desorden, de la sorpresa y de la confusión. Esto no quiere decir que ambos, Kundera y Bauman, estuvieran disconformes con la acogida que tuvieron tanto en Francia como en la Gran Bretaña. El ensayista no está de acuerdo con el novelista en el juicio que el segundo hace de ‘El proceso’ de Kafka. Kundera califica la novela de «extremadamente apoética». Pero Bauman prefiere centrarse en lo que sí están de acuerdo y que es lo más importante. Que la libertad humana va menguando, que la originalidad del individuo es desdeñada por la sociedad, y que el ser humano está en manos extrahumanas : la burocracia, la ciencia, la tecnología, el determinismo de la historia. Bauman como Kafka y quizás Kundera, están contra el afán de la medicina moderna de prolongar la vida vegetativa. Vivimos en el ocaso del mundo posmoderno, un mundo que para el gran sociólogo polaco llegó después del mundo —o mejor dicho— que sustituyó al mundo que era nuestro hogar. En aquel otro mundo había una pureza moral: la honestidad individual, tanto artística como intelectual. Pero en nuestros días, recalca Bauman, ni siquiera es un rasgo apreciado. Maestros de la hipocresíaÉl carga contra la sumisión de los intelectuales y c omo Milosz en su libro ‘La mente cautiva’, condena a quienes colaboraron y fueron cómplices de los soviéticos. Ya en democracia, en Polonia, Kaczynski en una entrevista aseguró que se estaban tomando iniciativas para acabar con esos pensadores que revolvían a la opinión pública. Son importantes las páginas donde reflexiona sobre Primo Levi y los sobrevivientes de los campos de concentración . Su conclusión es que en situaciones como esas todos son enemigos y rivales. La sobrevivencia se antepone a todo lo demás. Y esto lo confirma con citas de ‘Masa y poder’ de Canetti. En el fondo es una grave acusación porque culparía a todos los supervivientes de algún tipo de participación con respecto a la muerte de los demás. Quizás una culpa inocente, una culpa derivada de nuestra propia antropología. Bauman juzga más violento al nazismo que al comunismo. «El encanto de sus lemas, la publicidad de la justicia social y el amor a la patria engañaban. Pero nada de lo que prometían se cumplió. Fueron maestros malévolos de la hipocresía». «Me siento responsable de mi polonidad como de mi comunismo puntual de antaño, mi socialismo de toda la vida, mi repudio de Israel y mi decisión de ser una persona desplazada, extraterritorial y súbdito leal de la Corona. Soy un judío polaco, perteneciente a una tradición que dio al mundo su sentido moral, su conciencia, su anhelo de perfección, su sueño milenarista. No veo la dificultad de cuadrar mi judaísmo con mi polonidad. Detesto el antisemitismo polaco y el proceder de Israel. La idea judía se refleja en el sufrimiento como redención, y en la voluntad moral como algo que ninguna coerción puede crear y ninguna violencia puede destruir». Así era Bauman, un superviviente de la propia existencia y de las ideologías. Un maestro que, a pesar del gran legado de su obra, echamos de menos.
La mejor biografía de Bauman, hasta el momento, es la de Isabela Wagner titulada, ‘Bauman. Una biografía’. Fue publicada también por Paidós en el año 2022. Y en estas mismas páginas hablé de ella.
Ahora reunidos por la propia Wagner, aparecen estos escritos dispersos, … muchos de ellos apuntes autobiográficos sobre todo relacionados con sus años polacos y su familia. Pero para mí lo más interesante son las páginas de carácter reflexivo y filosófico. Bauman (1925-2017), nació en Polonia y murió en el Reino Unido. Fue uno de los más grandes premonitores de lo que nos está aconteciendo.

-
Autor
Zygmunt Bauman -
Editorial
Paidós -
Año
2025 -
Páginas
288 -
Precio
21,90 euros
En ‘Retrotopia’ su último libro, vaticinó el regreso a los años veinte y treinta del sangriento pasado siglo. Bauman conoció el nazismo, el comunismo, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra fría. Y todos estos acontecimientos los padeció doblemente: como judío y polaco. Asistió también al nacimiento del Estado de Israel que siempre rechazó.
Más aún cuando trató de instalarse en él y reconoció sus discrepancias insalvables para continuar allí. En el mundo comunista polaco tuvo cargos que nunca ocultó. Exiliado definitivamente en Inglaterra terminó siendo catedrático emérito de sociología en las universidades de Varsovia y Leeds.
«He cabalgado mi Rocinante hasta casi la muerte, pero mis peregrinajes no fueron particularmente pintorescos. Fueron, más bien, demasiado monótonos como para merecer una sonrisa cervantina, aunque se vieron coronados con el mismo éxito que la misión de don Quijote», escribe en uno de los apuntes. Si Bauman fue un exiliado político polaco, Kundera lo fue checoslovaco.
Dos nacionalidades distintas bajo la misma opresión marxista. Este acontecimiento influyó de manera decisiva en sus obras. Kundera había escrito que el exilio es un «estado de alienación», no respecto al país que se llega, pues a este se le domestica dejándose domesticar por él, y lo foráneo rápidamente se convierte en doméstico. No, en el exilio, añade Kundera, se está alienado del país que se ha dejado atrás. Lo cercano y familiar se hace ajeno.
Y uno se da cuenta cuando retorna, caso de que se pueda. En realidad para el autor de ‘La insoportable levedad del ser’, toda la vida es un exilio del ahora y el aquí, «la vida es un viaje desde lo familiar a lo extraño». Bauman comparte esta reflexión a través de lo que él entiende por Patria. La seguridad, la ausencia de lo incomprensible. Reintegrarse a un espacio no significa recuperar el tiempo perdido.
«Soy un judío polaco.Detesto el antisemitismo polaco y el proceder de Israel»
El exilio, escribe Bauman, le roba al refugiado su identidad, su confianza, sus conocimientos, le impone otra lengua. Lo extranjero es el dominio del desorden, de la sorpresa y de la confusión. Esto no quiere decir que ambos, Kundera y Bauman, estuvieran disconformes con la acogida que tuvieron tanto en Francia como en la Gran Bretaña.
El ensayista no está de acuerdo con el novelista en el juicio que el segundo hace de ‘El proceso’ de Kafka. Kundera califica la novela de «extremadamente apoética». Pero Bauman prefiere centrarse en lo que sí están de acuerdo y que es lo más importante. Que la libertad humana va menguando, que la originalidad del individuo es desdeñada por la sociedad, y que el ser humano está en manos extrahumanas: la burocracia, la ciencia, la tecnología, el determinismo de la historia. Bauman como Kafka y quizás Kundera, están contra el afán de la medicina moderna de prolongar la vida vegetativa.
Vivimos en el ocaso del mundo posmoderno, un mundo que para el gran sociólogo polaco llegó después del mundo —o mejor dicho— que sustituyó al mundo que era nuestro hogar. En aquel otro mundo había una pureza moral: la honestidad individual, tanto artística como intelectual. Pero en nuestros días, recalca Bauman, ni siquiera es un rasgo apreciado.
Maestros de la hipocresía
Él carga contra la sumisión de los intelectuales y como Milosz en su libro ‘La mente cautiva’, condena a quienes colaboraron y fueron cómplices de los soviéticos. Ya en democracia, en Polonia, Kaczynski en una entrevista aseguró que se estaban tomando iniciativas para acabar con esos pensadores que revolvían a la opinión pública.
Son importantes las páginas donde reflexiona sobre Primo Levi y los sobrevivientes de los campos de concentración. Su conclusión es que en situaciones como esas todos son enemigos y rivales. La sobrevivencia se antepone a todo lo demás. Y esto lo confirma con citas de ‘Masa y poder’ de Canetti. En el fondo es una grave acusación porque culparía a todos los supervivientes de algún tipo de participación con respecto a la muerte de los demás.
Quizás una culpa inocente, una culpa derivada de nuestra propia antropología. Bauman juzga más violento al nazismo que al comunismo. «El encanto de sus lemas, la publicidad de la justicia social y el amor a la patria engañaban. Pero nada de lo que prometían se cumplió. Fueron maestros malévolos de la hipocresía».
«Me siento responsable de mi polonidad como de mi comunismo puntual de antaño, mi socialismo de toda la vida, mi repudio de Israel y mi decisión de ser una persona desplazada, extraterritorial y súbdito leal de la Corona. Soy un judío polaco, perteneciente a una tradición que dio al mundo su sentido moral, su conciencia, su anhelo de perfección, su sueño milenarista. No veo la dificultad de cuadrar mi judaísmo con mi polonidad. Detesto el antisemitismo polaco y el proceder de Israel. La idea judía se refleja en el sufrimiento como redención, y en la voluntad moral como algo que ninguna coerción puede crear y ninguna violencia puede destruir». Así era Bauman, un superviviente de la propia existencia y de las ideologías. Un maestro que, a pesar del gran legado de su obra, echamos de menos.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de cultura