A pesar de las maniobras de distracción del Gobierno, todos podemos usar la experiencia del apagón para descubrir fortalezas y vulnerabilidades. He experimentado varias. Por ejemplo, me parece que nuestra red de comunicaciones, que en la pandemia mostró resiliencia, esta vez fue un fiasco . La desaparición del par de cobre nos ha dejado sin teléfono cuando no hay energía. Pero no porque el usuario no tenga batería, sino porque la compañía telefónica se queda sin antenas. Casi me parece peor no poder coordinar a un grupo humano que dejarlo sin electricidad. La radio era la alternativa, cierto. Pero a los que nos pilló en la calle, no siempre vamos con el kit de Von der Leyen encima.Una solución menos cara que energizar todas las antenas de España es que los teléfonos integren en el futuro algún tipo de receptor de ondas. Más aún, hace más de 20 años estuve implicado en la fallida implantación de la tecnología DAB (Digital Audio Broadcasting) en España, que tiene la peculiaridad de que junto a la señal de radio viaja una banda de datos. Un smartphone con DAB permitiría hoy recibir esos datos que podrían alimentar apps con alertas o informaciones útiles para el ciudadano .El lunes a las cinco de la tarde, estaba en el hotel NH de Las Artes de Valencia, incomunicado y desenergizado con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo , que estaba reunido con un grupo de políticos e intelectuales de Iberoamérica. Por lo visto, Sánchez lo buscaba para informarle, pero fue incapaz de dar con él. No había cobertura telefónica. Tampoco había electricidad, pero el hotel tenía un generador para cinco horas que, con criterio, podía llegar a diez. Criterio era lo que sobraba en ese hotel, como en todo el sector turístico español que, por algo, es el más desarrollado y competitivo del país. La jefa de reservas capitaneaba a un grupo que desde su mostrador ofrecía soluciones para las peticiones más increíbles. Una turista quería ducharse en la planta octava y no había forma de que entendiera que por encima de 10 metros una columna de agua necesita energía. Le ofrecieron ducharse en el gimnasio del sótano. Feliz.No tengo palabras para describir el profesionalismo del personal de ese hotel que se desvivió por resolver los problemas de sus clientes en vez de pensar en la seguridad de sus hogares o sus familias. Y pensé en Pablo Iglesias criticando a nuestro ‘país de camareros’ cuando veía a Alejandro (nombre real) desplazándose de mesa en mesa para atender las peticiones más variadas. Ya sabéis que en España en una mesa de seis se piden ocho tipos de cafés distintos.Otro ejemplo del sector turístico: el piloto Perico Durán ha reseñado en su cuenta de Instagram que, pese al apagón, el sistema aeronáutico consiguió operar más de 6.000 vuelos y solo canceló 300. «Iberia, en particular, solo canceló 25 vuelos en todo el día», dice. Un corte de energía en Heathrow, hace unos meses, provocó un caos global de días. Es verdad que no somos un país de pandereta, pero tenemos brazos más desarrollados que otros. A pesar de las maniobras de distracción del Gobierno, todos podemos usar la experiencia del apagón para descubrir fortalezas y vulnerabilidades. He experimentado varias. Por ejemplo, me parece que nuestra red de comunicaciones, que en la pandemia mostró resiliencia, esta vez fue un fiasco . La desaparición del par de cobre nos ha dejado sin teléfono cuando no hay energía. Pero no porque el usuario no tenga batería, sino porque la compañía telefónica se queda sin antenas. Casi me parece peor no poder coordinar a un grupo humano que dejarlo sin electricidad. La radio era la alternativa, cierto. Pero a los que nos pilló en la calle, no siempre vamos con el kit de Von der Leyen encima.Una solución menos cara que energizar todas las antenas de España es que los teléfonos integren en el futuro algún tipo de receptor de ondas. Más aún, hace más de 20 años estuve implicado en la fallida implantación de la tecnología DAB (Digital Audio Broadcasting) en España, que tiene la peculiaridad de que junto a la señal de radio viaja una banda de datos. Un smartphone con DAB permitiría hoy recibir esos datos que podrían alimentar apps con alertas o informaciones útiles para el ciudadano .El lunes a las cinco de la tarde, estaba en el hotel NH de Las Artes de Valencia, incomunicado y desenergizado con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo , que estaba reunido con un grupo de políticos e intelectuales de Iberoamérica. Por lo visto, Sánchez lo buscaba para informarle, pero fue incapaz de dar con él. No había cobertura telefónica. Tampoco había electricidad, pero el hotel tenía un generador para cinco horas que, con criterio, podía llegar a diez. Criterio era lo que sobraba en ese hotel, como en todo el sector turístico español que, por algo, es el más desarrollado y competitivo del país. La jefa de reservas capitaneaba a un grupo que desde su mostrador ofrecía soluciones para las peticiones más increíbles. Una turista quería ducharse en la planta octava y no había forma de que entendiera que por encima de 10 metros una columna de agua necesita energía. Le ofrecieron ducharse en el gimnasio del sótano. Feliz.No tengo palabras para describir el profesionalismo del personal de ese hotel que se desvivió por resolver los problemas de sus clientes en vez de pensar en la seguridad de sus hogares o sus familias. Y pensé en Pablo Iglesias criticando a nuestro ‘país de camareros’ cuando veía a Alejandro (nombre real) desplazándose de mesa en mesa para atender las peticiones más variadas. Ya sabéis que en España en una mesa de seis se piden ocho tipos de cafés distintos.Otro ejemplo del sector turístico: el piloto Perico Durán ha reseñado en su cuenta de Instagram que, pese al apagón, el sistema aeronáutico consiguió operar más de 6.000 vuelos y solo canceló 300. «Iberia, en particular, solo canceló 25 vuelos en todo el día», dice. Un corte de energía en Heathrow, hace unos meses, provocó un caos global de días. Es verdad que no somos un país de pandereta, pero tenemos brazos más desarrollados que otros.
AJUSTE DE CUENTAS
Una lección del suceso es que los visitantes están bien cuidados, porque quienes los atienden son excepcionales
A pesar de las maniobras de distracción del Gobierno, todos podemos usar la experiencia del apagón para descubrir fortalezas y vulnerabilidades. He experimentado varias. Por ejemplo, me parece que nuestra red de comunicaciones, que en la pandemia mostró resiliencia, esta vez fue un fiasco. … La desaparición del par de cobre nos ha dejado sin teléfono cuando no hay energía. Pero no porque el usuario no tenga batería, sino porque la compañía telefónica se queda sin antenas. Casi me parece peor no poder coordinar a un grupo humano que dejarlo sin electricidad. La radio era la alternativa, cierto. Pero a los que nos pilló en la calle, no siempre vamos con el kit de Von der Leyen encima.
Una solución menos cara que energizar todas las antenas de España es que los teléfonos integren en el futuro algún tipo de receptor de ondas. Más aún, hace más de 20 años estuve implicado en la fallida implantación de la tecnología DAB (Digital Audio Broadcasting) en España, que tiene la peculiaridad de que junto a la señal de radio viaja una banda de datos. Un smartphone con DAB permitiría hoy recibir esos datos que podrían alimentar apps con alertas o informaciones útiles para el ciudadano.
El lunes a las cinco de la tarde, estaba en el hotel NH de Las Artes de Valencia, incomunicado y desenergizado con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que estaba reunido con un grupo de políticos e intelectuales de Iberoamérica. Por lo visto, Sánchez lo buscaba para informarle, pero fue incapaz de dar con él. No había cobertura telefónica. Tampoco había electricidad, pero el hotel tenía un generador para cinco horas que, con criterio, podía llegar a diez.
Criterio era lo que sobraba en ese hotel, como en todo el sector turístico español que, por algo, es el más desarrollado y competitivo del país. La jefa de reservas capitaneaba a un grupo que desde su mostrador ofrecía soluciones para las peticiones más increíbles. Una turista quería ducharse en la planta octava y no había forma de que entendiera que por encima de 10 metros una columna de agua necesita energía. Le ofrecieron ducharse en el gimnasio del sótano. Feliz.
No tengo palabras para describir el profesionalismo del personal de ese hotel que se desvivió por resolver los problemas de sus clientes en vez de pensar en la seguridad de sus hogares o sus familias. Y pensé en Pablo Iglesias criticando a nuestro ‘país de camareros’ cuando veía a Alejandro (nombre real) desplazándose de mesa en mesa para atender las peticiones más variadas. Ya sabéis que en España en una mesa de seis se piden ocho tipos de cafés distintos.
Otro ejemplo del sector turístico: el piloto Perico Durán ha reseñado en su cuenta de Instagram que, pese al apagón, el sistema aeronáutico consiguió operar más de 6.000 vuelos y solo canceló 300. «Iberia, en particular, solo canceló 25 vuelos en todo el día», dice. Un corte de energía en Heathrow, hace unos meses, provocó un caos global de días. Es verdad que no somos un país de pandereta, pero tenemos brazos más desarrollados que otros.
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