El primer trimestre ha sido devastador para Volkswagen, el fabricante alemán de automóviles, que ha sufrido en sus beneficios netos una caída del 41% en comparación con el mismo periodo del año anterior, que ya fue flojo por si mismo. Aunque confluyen también otras causas, como los costes de reestructuración, los nuevos aranceles estadounidenses del 25% a la importación de vehículos han obligado a recalcular inventarios y han tenido un impacto negativo de 100 millones en sólo unos pocos días. Se trata de uno de los primeros efectos contantes y sonantes de la nueva política comercial estadounidense en Europa y es sólo el principio. En el plano operativo, el grupo ha registrado un resultado de 2.873 millones, un 37% menos que hace un año. Este descenso se explica por mayores costes fijos y por los efectos especiales del impacto de los aranceles, que han restado alrededor de 1.100 millones. A esto se suma que el dólar está más barato de lo que ha estado durante mucho tiempo y encarece las exportaciones, en un contexto en el que la demanda china es crucial para la supervivencia. «Volkswagen está en la peor crisis desde el escándalo diésel. Y hay que decirlo: el gigante automovilístico está atascado. Una caída del 40% en las ganancias, la caída de los márgenes, el exceso de capacidad, las débiles cifras de China y un mercado de productos electrónicos que sigue pesando en el balance: el primer trimestre es una seria llamada de atención», diagnostica lazar Backovic, analista de movilidad de Handelsblatt. Bajo presión Aunque el grupo se está apegando oficialmente a sus objetivos, la dirección ha tenido que admitir que el retorno operativo sobre las ventas apenas roza el extremo inferior del rango objetivo. Los nuevos aranceles a los automóviles de Trump están afectando a Audi, principal aportador de ganancias, y a Porsche, cuyo margen es ya solamente de un sólo dígito. Las dos plantas de vehículos y motores en México también están bajo presión y el cuarto fabricante chino de automóviles Chery, en pleno proceso de expansión en el mercado europeo, está en conversaciones avanzadas para adquirir dos plantas de Volkswagen ubicadas en Dresde y Osnabrück. Para terminar el cuadro, las tan esperadas ventas de vehículos eléctricos, que han aumentado significativamente, con un crecimiento de casi el 60%, no reportan frutos económicos.Si la dirección de Volkswagen no pierde la esperanza es porque tiene sus ojos puestos en el nuevo Gobierno alemán, que comenzará a trabajar la próxima semana, y que viene anunciando una política energética y climática mucho más atenta a la realidad industrial alemana. El ministro saliente, el verde Robert Habeck, ante la debacle del sector, convocó el año pasado a los grandes fabricantes y escuchó del CEO de Volkswagen, Oliver Blume, las mismas quejas a las que sí atenderá ahora el gobierno Merz. Blume llama la atención sobre el hecho de que de nada sirve conseguir vender más coches eléctricos si la infraestructura de carga no avanza al ritmo que esto requiere y solicita la colaboración activa de la administración para rescatar al sector, pero no con ayudas públicas o con planes temporales como el Moves, sino que pide literalmente una «reducción de impuestos para el coche eléctrico», una medida que ya ha demostrado ser efectiva en Portugal, donde están exentos de pagar el impuesto de circulación y el de matriculación, con lo que se ha logrado que sus ventas multipliquen por cuatro a las españolas.Europa mira con estupor el apagón en España Otra de las líneas de actuación que Blume mencionó en aquella cumbre del sector automovilístico alemán, es la de repensar la sentencia de muerte de los motores de combustión. El debate ha pasado por muchas etapas: desde planear su plena desaparición hasta su posible continuación más allá de 2035. Esta posibilidad cada vez está más presente gracias a nuevas tecnologías que harían que estos no sean contaminantes, o al menos no tanto como en la actualidad, y cobra fuerza renovada en una Europa que mira con estupor al apagón en España y se pregunta a qué punto de caos habría llegado la movilidad con un parque exclusivamente eléctrico.El avance de los combustibles sintéticos o incluso del hidrógeno como combustible hacen cada vez más real la posibilidad de que la vida de estos motores se extienda más allá del 2035, una posibilidad a la que el gobierno Merz está abierto. Blume ha cuestionado el augurado fin de los motores de combustión. «La transición del transporte requiere puntos de control repetidos que se basen en las realidades de la rapidez con la que se está extendiendo la movilidad eléctrica. Y, cuando sea apropiado, se necesitarán periodos de transición políticamente flexibles», ha dicho recientemente en una entrevista, en la que enfatizó que, «en la práctica, esta decisión también supone el cambio hacia motores no contaminantes». «Los combustibles sintéticos aún son caros y apenas están disponibles, pero eso no será así siempre», advirtió. El primer trimestre ha sido devastador para Volkswagen, el fabricante alemán de automóviles, que ha sufrido en sus beneficios netos una caída del 41% en comparación con el mismo periodo del año anterior, que ya fue flojo por si mismo. Aunque confluyen también otras causas, como los costes de reestructuración, los nuevos aranceles estadounidenses del 25% a la importación de vehículos han obligado a recalcular inventarios y han tenido un impacto negativo de 100 millones en sólo unos pocos días. Se trata de uno de los primeros efectos contantes y sonantes de la nueva política comercial estadounidense en Europa y es sólo el principio. En el plano operativo, el grupo ha registrado un resultado de 2.873 millones, un 37% menos que hace un año. Este descenso se explica por mayores costes fijos y por los efectos especiales del impacto de los aranceles, que han restado alrededor de 1.100 millones. A esto se suma que el dólar está más barato de lo que ha estado durante mucho tiempo y encarece las exportaciones, en un contexto en el que la demanda china es crucial para la supervivencia. «Volkswagen está en la peor crisis desde el escándalo diésel. Y hay que decirlo: el gigante automovilístico está atascado. Una caída del 40% en las ganancias, la caída de los márgenes, el exceso de capacidad, las débiles cifras de China y un mercado de productos electrónicos que sigue pesando en el balance: el primer trimestre es una seria llamada de atención», diagnostica lazar Backovic, analista de movilidad de Handelsblatt. Bajo presión Aunque el grupo se está apegando oficialmente a sus objetivos, la dirección ha tenido que admitir que el retorno operativo sobre las ventas apenas roza el extremo inferior del rango objetivo. Los nuevos aranceles a los automóviles de Trump están afectando a Audi, principal aportador de ganancias, y a Porsche, cuyo margen es ya solamente de un sólo dígito. Las dos plantas de vehículos y motores en México también están bajo presión y el cuarto fabricante chino de automóviles Chery, en pleno proceso de expansión en el mercado europeo, está en conversaciones avanzadas para adquirir dos plantas de Volkswagen ubicadas en Dresde y Osnabrück. Para terminar el cuadro, las tan esperadas ventas de vehículos eléctricos, que han aumentado significativamente, con un crecimiento de casi el 60%, no reportan frutos económicos.Si la dirección de Volkswagen no pierde la esperanza es porque tiene sus ojos puestos en el nuevo Gobierno alemán, que comenzará a trabajar la próxima semana, y que viene anunciando una política energética y climática mucho más atenta a la realidad industrial alemana. El ministro saliente, el verde Robert Habeck, ante la debacle del sector, convocó el año pasado a los grandes fabricantes y escuchó del CEO de Volkswagen, Oliver Blume, las mismas quejas a las que sí atenderá ahora el gobierno Merz. Blume llama la atención sobre el hecho de que de nada sirve conseguir vender más coches eléctricos si la infraestructura de carga no avanza al ritmo que esto requiere y solicita la colaboración activa de la administración para rescatar al sector, pero no con ayudas públicas o con planes temporales como el Moves, sino que pide literalmente una «reducción de impuestos para el coche eléctrico», una medida que ya ha demostrado ser efectiva en Portugal, donde están exentos de pagar el impuesto de circulación y el de matriculación, con lo que se ha logrado que sus ventas multipliquen por cuatro a las españolas.Europa mira con estupor el apagón en España Otra de las líneas de actuación que Blume mencionó en aquella cumbre del sector automovilístico alemán, es la de repensar la sentencia de muerte de los motores de combustión. El debate ha pasado por muchas etapas: desde planear su plena desaparición hasta su posible continuación más allá de 2035. Esta posibilidad cada vez está más presente gracias a nuevas tecnologías que harían que estos no sean contaminantes, o al menos no tanto como en la actualidad, y cobra fuerza renovada en una Europa que mira con estupor al apagón en España y se pregunta a qué punto de caos habría llegado la movilidad con un parque exclusivamente eléctrico.El avance de los combustibles sintéticos o incluso del hidrógeno como combustible hacen cada vez más real la posibilidad de que la vida de estos motores se extienda más allá del 2035, una posibilidad a la que el gobierno Merz está abierto. Blume ha cuestionado el augurado fin de los motores de combustión. «La transición del transporte requiere puntos de control repetidos que se basen en las realidades de la rapidez con la que se está extendiendo la movilidad eléctrica. Y, cuando sea apropiado, se necesitarán periodos de transición políticamente flexibles», ha dicho recientemente en una entrevista, en la que enfatizó que, «en la práctica, esta decisión también supone el cambio hacia motores no contaminantes». «Los combustibles sintéticos aún son caros y apenas están disponibles, pero eso no será así siempre», advirtió.
El primer trimestre ha sido devastador para Volkswagen, el fabricante alemán de automóviles, que ha sufrido en sus beneficios netos una caída del 41% en comparación con el mismo periodo del año anterior, que ya fue flojo por si mismo. Aunque confluyen también otras causas, … como los costes de reestructuración, los nuevos aranceles estadounidenses del 25% a la importación de vehículos han obligado a recalcular inventarios y han tenido un impacto negativo de 100 millones en sólo unos pocos días. Se trata de uno de los primeros efectos contantes y sonantes de la nueva política comercial estadounidense en Europa y es sólo el principio.
En el plano operativo, el grupo ha registrado un resultado de 2.873 millones, un 37% menos que hace un año. Este descenso se explica por mayores costes fijos y por los efectos especiales del impacto de los aranceles, que han restado alrededor de 1.100 millones. A esto se suma que el dólar está más barato de lo que ha estado durante mucho tiempo y encarece las exportaciones, en un contexto en el que la demanda china es crucial para la supervivencia. «Volkswagen está en la peor crisis desde el escándalo diésel. Y hay que decirlo: el gigante automovilístico está atascado. Una caída del 40% en las ganancias, la caída de los márgenes, el exceso de capacidad, las débiles cifras de China y un mercado de productos electrónicos que sigue pesando en el balance: el primer trimestre es una seria llamada de atención», diagnostica lazar Backovic, analista de movilidad de Handelsblatt.
Bajo presión
Aunque el grupo se está apegando oficialmente a sus objetivos, la dirección ha tenido que admitir que el retorno operativo sobre las ventas apenas roza el extremo inferior del rango objetivo. Los nuevos aranceles a los automóviles de Trump están afectando a Audi, principal aportador de ganancias, y a Porsche, cuyo margen es ya solamente de un sólo dígito. Las dos plantas de vehículos y motores en México también están bajo presión y el cuarto fabricante chino de automóviles Chery, en pleno proceso de expansión en el mercado europeo, está en conversaciones avanzadas para adquirir dos plantas de Volkswagen ubicadas en Dresde y Osnabrück. Para terminar el cuadro, las tan esperadas ventas de vehículos eléctricos, que han aumentado significativamente, con un crecimiento de casi el 60%, no reportan frutos económicos.
Si la dirección de Volkswagen no pierde la esperanza es porque tiene sus ojos puestos en el nuevo Gobierno alemán, que comenzará a trabajar la próxima semana, y que viene anunciando una política energética y climática mucho más atenta a la realidad industrial alemana. El ministro saliente, el verde Robert Habeck, ante la debacle del sector, convocó el año pasado a los grandes fabricantes y escuchó del CEO de Volkswagen, Oliver Blume, las mismas quejas a las que sí atenderá ahora el gobierno Merz. Blume llama la atención sobre el hecho de que de nada sirve conseguir vender más coches eléctricos si la infraestructura de carga no avanza al ritmo que esto requiere y solicita la colaboración activa de la administración para rescatar al sector, pero no con ayudas públicas o con planes temporales como el Moves, sino que pide literalmente una «reducción de impuestos para el coche eléctrico», una medida que ya ha demostrado ser efectiva en Portugal, donde están exentos de pagar el impuesto de circulación y el de matriculación, con lo que se ha logrado que sus ventas multipliquen por cuatro a las españolas.
Europa mira con estupor el apagón en España
Otra de las líneas de actuación que Blume mencionó en aquella cumbre del sector automovilístico alemán, es la de repensar la sentencia de muerte de los motores de combustión. El debate ha pasado por muchas etapas: desde planear su plena desaparición hasta su posible continuación más allá de 2035. Esta posibilidad cada vez está más presente gracias a nuevas tecnologías que harían que estos no sean contaminantes, o al menos no tanto como en la actualidad, y cobra fuerza renovada en una Europa que mira con estupor al apagón en España y se pregunta a qué punto de caos habría llegado la movilidad con un parque exclusivamente eléctrico.
El avance de los combustibles sintéticos o incluso del hidrógeno como combustible hacen cada vez más real la posibilidad de que la vida de estos motores se extienda más allá del 2035, una posibilidad a la que el gobierno Merz está abierto. Blume ha cuestionado el augurado fin de los motores de combustión. «La transición del transporte requiere puntos de control repetidos que se basen en las realidades de la rapidez con la que se está extendiendo la movilidad eléctrica. Y, cuando sea apropiado, se necesitarán periodos de transición políticamente flexibles», ha dicho recientemente en una entrevista, en la que enfatizó que, «en la práctica, esta decisión también supone el cambio hacia motores no contaminantes». «Los combustibles sintéticos aún son caros y apenas están disponibles, pero eso no será así siempre», advirtió.
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