La pregunta tiene un sesgo esencialista; damos por sentado que los primeros que deberían movilizarse en apoyo a los palestinos son los árabes y musulmanes, por afinidad cultural, como si el deber de solidaridad y las obligaciones de los Estados ante situaciones extremas tuviese graduaciones. Tras ese interrogante hay un amplio desconocimiento de una realidad compleja y divers a. Las sociedades y opiniones públicas de los países árabes están muy sensibilizadas y se movilizan -cuando les dejan-. Otra cosa son los gobiernos, especialmente los más autoritarios, y sus políticas.El libro que coordinan los profesores Ignacio Álvarez-Ossorio (Universidad Complutense de Madrid) e Itxaso Domínguez (Universidad Carlos III de Madrid) supone una contribución de gran valor porque aborda esta cuestión y se centra en una región de creciente protagonismo en las últimas décadas, la península Árabiga y el Golfo. La obra reúne ocho capítulos que analizan la postura de las seis monarquías (Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán), además de Yemen e Irán , respecto a la cuestión palestina, escritas por especialistas, todos ellos españoles (y un mexicano). Cabe destacar que todos los textos se alinean con un enfoque epistemológico crítico , cada vez más dominante, de analizar la ‘cuestión palestina’ y no el ‘conflicto’.Cada caso es abordado en clave histórica, poniendo en evidencia las bases del posicionamiento de cada uno de estos Estados y analizando su evolución hasta la actualidad. Todos ellos terminan abordando el impacto de la operación de la resistencia palestina el 7 de octubre de 2013 y de la actual guerra genocida.En las últimas décadas, las monarquías de la Península y del Golfo han adquirido un notable protagonismo en la escena internacional; especialmente Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Por sus recursos económicos y por su agenda internacional, que se explica por diversas razones en cada caso, se han convertido en actores influyentes a nivel regional y global, con capacidad de articular coaliciones internacionales que intervienen en conflictos, de generar un cierto multilateralismo arabo musulmán, de alimentar crisis mediante actores interpuestos, de mediar en crisis o de convertirse en socios privilegiados de potencias globales, como clientes o como aliados militares. Además de haberse convertido en importantes donantes de ayuda internacional y en los reyes de la diplomacia deportiva.Respecto a la cuestión palestina, estos Estados han tenido posiciones muy diferentes entre sí . Han sido receptores de migrantes económicos, han sido financiadores de la OLP -y de manera fluctuante de la Autoridad Palestina desde 1994-, y han participado en iniciativas diplomáticas a favor de los derechos de los palestinos. Pero al mismo tiempo han protagonizado en los últimos 15 años un basculamiento primando sus intereses nacionales , lo que se ha traducido en un acercamiento de algunos a Israel, de manera abierta y explícita (los llamados acuerdos de normalización) o de manera discreta, contribuyendo a que la cuestión palestina perdiera relevancia en la agenda regional a partir de las «primaveras árabes», momento en que el Golfo asumió claramente un papel de contención contrarrevolucionaria y se afanó en la solidaridad inter monárquica para prevenir cualquier cambio de régimen.La colección de estos estudios releva dos cuestiones claves. Al igual que en el resto de los países árabes, la cuestión palestina es para las poblaciones un tema íntimo y casi propi o . Más aún, la defensa de los derechos de los palestinos termina asociándose frecuentemente al cuestionamiento del régimen y se convierte en subversiva . Cómo se puede entender perfectamente, el genocidio en curso ha galvanizado a estas opiniones públicas . Es por lo tanto un reto para los gobiernos gestionar ese estado de opinión y evitar que alimente la contestación polític a. El segundo elemento es la diversidad de posturas y de prácticas. Hay estados que han establecido relaciones formales con Israel (EAU, Bahréin), otros que lo hacen de manera discreta (Omán, Arabia Saudí), otros que mantienen las distancias (Kuwait) y finalmente los hay que apoyan abiertamente la resistencia palestina (Yemen, Irán). La primera dimensión afecta a la segunda; las veleidades de normalización de relaciones con Israel que se anunciaban en 2023 se han hecho menos factibles con la masacre . Estas disimilitudes sólo se entienden recapitulando las respectivas historias de su política exterior, lo que cada uno de los estudios del libro hace con rigor y explica de manera clara. Muy valiosos, por complementarios, son los textos sobre Yemen, presentado tradicionalmente como uno de los pueblos más solidarios con los palestinos, y sobre Irán, país pivote en la región.Tras estos estudios flota también una cuestión relevante, cómo ven los palestinos a estos Estados árabes, que han ayudado, pero que también han castigado a la OLP (Kuwait después de 1990), han propiciado divisiones (EAU) o han ayudado abiertamente a unas facciones frente a otras. Hoy, el movimiento nacional palestino, que nació más vinculado al nacionalismo árabe, se ve obligado a mirar al a la Península Arábiga y al Golfo, consciente de los riesgos que conlleva.No es frecuente una obra tan completa . Los textos subrayan la diversidad de posicione s, prestan atención a su evolución y señalan acertadamente las claves que explican sus ambigüedades y contradicciones , sin perder de vista que se trata de regímenes no democráticos y que, a la postre, dependen de mantenerse bajo la protección de una potencia en declive o en sintonía con las emergentes.Finalmente, la obra muestra que en los últimos años el área de los estudios árabes contemporáneos se ha consolidado y cuenta con una amplia comunidad de investigadores en la academia española.Ficha:Título: ‘Península Arábiga e Irán ante la cuestión palestina’Autores: ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, Ignacio y DOMÍNGUEZ DE OLAZÁBAL, Itxaso (eds.)Editorial: Universidad de GranadaAño de edición: 2025Disponible en Editorial UG La pregunta tiene un sesgo esencialista; damos por sentado que los primeros que deberían movilizarse en apoyo a los palestinos son los árabes y musulmanes, por afinidad cultural, como si el deber de solidaridad y las obligaciones de los Estados ante situaciones extremas tuviese graduaciones. Tras ese interrogante hay un amplio desconocimiento de una realidad compleja y divers a. Las sociedades y opiniones públicas de los países árabes están muy sensibilizadas y se movilizan -cuando les dejan-. Otra cosa son los gobiernos, especialmente los más autoritarios, y sus políticas.El libro que coordinan los profesores Ignacio Álvarez-Ossorio (Universidad Complutense de Madrid) e Itxaso Domínguez (Universidad Carlos III de Madrid) supone una contribución de gran valor porque aborda esta cuestión y se centra en una región de creciente protagonismo en las últimas décadas, la península Árabiga y el Golfo. La obra reúne ocho capítulos que analizan la postura de las seis monarquías (Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán), además de Yemen e Irán , respecto a la cuestión palestina, escritas por especialistas, todos ellos españoles (y un mexicano). Cabe destacar que todos los textos se alinean con un enfoque epistemológico crítico , cada vez más dominante, de analizar la ‘cuestión palestina’ y no el ‘conflicto’.Cada caso es abordado en clave histórica, poniendo en evidencia las bases del posicionamiento de cada uno de estos Estados y analizando su evolución hasta la actualidad. Todos ellos terminan abordando el impacto de la operación de la resistencia palestina el 7 de octubre de 2013 y de la actual guerra genocida.En las últimas décadas, las monarquías de la Península y del Golfo han adquirido un notable protagonismo en la escena internacional; especialmente Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Por sus recursos económicos y por su agenda internacional, que se explica por diversas razones en cada caso, se han convertido en actores influyentes a nivel regional y global, con capacidad de articular coaliciones internacionales que intervienen en conflictos, de generar un cierto multilateralismo arabo musulmán, de alimentar crisis mediante actores interpuestos, de mediar en crisis o de convertirse en socios privilegiados de potencias globales, como clientes o como aliados militares. Además de haberse convertido en importantes donantes de ayuda internacional y en los reyes de la diplomacia deportiva.Respecto a la cuestión palestina, estos Estados han tenido posiciones muy diferentes entre sí . Han sido receptores de migrantes económicos, han sido financiadores de la OLP -y de manera fluctuante de la Autoridad Palestina desde 1994-, y han participado en iniciativas diplomáticas a favor de los derechos de los palestinos. Pero al mismo tiempo han protagonizado en los últimos 15 años un basculamiento primando sus intereses nacionales , lo que se ha traducido en un acercamiento de algunos a Israel, de manera abierta y explícita (los llamados acuerdos de normalización) o de manera discreta, contribuyendo a que la cuestión palestina perdiera relevancia en la agenda regional a partir de las «primaveras árabes», momento en que el Golfo asumió claramente un papel de contención contrarrevolucionaria y se afanó en la solidaridad inter monárquica para prevenir cualquier cambio de régimen.La colección de estos estudios releva dos cuestiones claves. Al igual que en el resto de los países árabes, la cuestión palestina es para las poblaciones un tema íntimo y casi propi o . Más aún, la defensa de los derechos de los palestinos termina asociándose frecuentemente al cuestionamiento del régimen y se convierte en subversiva . Cómo se puede entender perfectamente, el genocidio en curso ha galvanizado a estas opiniones públicas . Es por lo tanto un reto para los gobiernos gestionar ese estado de opinión y evitar que alimente la contestación polític a. El segundo elemento es la diversidad de posturas y de prácticas. Hay estados que han establecido relaciones formales con Israel (EAU, Bahréin), otros que lo hacen de manera discreta (Omán, Arabia Saudí), otros que mantienen las distancias (Kuwait) y finalmente los hay que apoyan abiertamente la resistencia palestina (Yemen, Irán). La primera dimensión afecta a la segunda; las veleidades de normalización de relaciones con Israel que se anunciaban en 2023 se han hecho menos factibles con la masacre . Estas disimilitudes sólo se entienden recapitulando las respectivas historias de su política exterior, lo que cada uno de los estudios del libro hace con rigor y explica de manera clara. Muy valiosos, por complementarios, son los textos sobre Yemen, presentado tradicionalmente como uno de los pueblos más solidarios con los palestinos, y sobre Irán, país pivote en la región.Tras estos estudios flota también una cuestión relevante, cómo ven los palestinos a estos Estados árabes, que han ayudado, pero que también han castigado a la OLP (Kuwait después de 1990), han propiciado divisiones (EAU) o han ayudado abiertamente a unas facciones frente a otras. Hoy, el movimiento nacional palestino, que nació más vinculado al nacionalismo árabe, se ve obligado a mirar al a la Península Arábiga y al Golfo, consciente de los riesgos que conlleva.No es frecuente una obra tan completa . Los textos subrayan la diversidad de posicione s, prestan atención a su evolución y señalan acertadamente las claves que explican sus ambigüedades y contradicciones , sin perder de vista que se trata de regímenes no democráticos y que, a la postre, dependen de mantenerse bajo la protección de una potencia en declive o en sintonía con las emergentes.Finalmente, la obra muestra que en los últimos años el área de los estudios árabes contemporáneos se ha consolidado y cuenta con una amplia comunidad de investigadores en la academia española.Ficha:Título: ‘Península Arábiga e Irán ante la cuestión palestina’Autores: ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, Ignacio y DOMÍNGUEZ DE OLAZÁBAL, Itxaso (eds.)Editorial: Universidad de GranadaAño de edición: 2025Disponible en Editorial UG
ABC PARA UNE
En dos últimos años de genocidio palestino, una pregunta frecuente en cualquier debate público ha sido qué hacen los árabes ante esta catástrofe…
La pregunta tiene un sesgo esencialista; damos por sentado que los primeros que deberían movilizarse en apoyo a los palestinos son los árabes y musulmanes, por afinidad cultural, como si el deber de solidaridad y las obligaciones de los Estados ante situaciones extremas tuviese graduaciones. Tras ese interrogante hay un amplio desconocimiento de una realidad compleja y diversa. Las sociedades y opiniones públicas de los países árabes están muy sensibilizadas y se movilizan -cuando les dejan-. Otra cosa son los gobiernos, especialmente los más autoritarios, y sus políticas.
El libro que coordinan los profesores Ignacio Álvarez-Ossorio (Universidad Complutense de Madrid) e Itxaso Domínguez (Universidad Carlos III de Madrid) supone una contribución de gran valor porque aborda esta cuestión y se centra en una región de creciente protagonismo en las últimas décadas, la península Árabiga y el Golfo. La obra reúne ocho capítulos que analizan la postura de las seis monarquías (Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán), además de Yemen e Irán, respecto a la cuestión palestina, escritas por especialistas, todos ellos españoles (y un mexicano). Cabe destacar que todos los textos se alinean con un enfoque epistemológico crítico, cada vez más dominante, de analizar la ‘cuestión palestina’ y no el ‘conflicto’.
Cada caso es abordado en clave histórica, poniendo en evidencia las bases del posicionamiento de cada uno de estos Estados y analizando su evolución hasta la actualidad. Todos ellos terminan abordando el impacto de la operación de la resistencia palestina el 7 de octubre de 2013 y de la actual guerra genocida.
En las últimas décadas, las monarquías de la Península y del Golfo han adquirido un notable protagonismo en la escena internacional; especialmente Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Por sus recursos económicos y por su agenda internacional, que se explica por diversas razones en cada caso, se han convertido en actores influyentes a nivel regional y global, con capacidad de articular coaliciones internacionales que intervienen en conflictos, de generar un cierto multilateralismo arabo musulmán, de alimentar crisis mediante actores interpuestos, de mediar en crisis o de convertirse en socios privilegiados de potencias globales, como clientes o como aliados militares. Además de haberse convertido en importantes donantes de ayuda internacional y en los reyes de la diplomacia deportiva.
Respecto a la cuestión palestina, estos Estados han tenido posiciones muy diferentes entre sí. Han sido receptores de migrantes económicos, han sido financiadores de la OLP -y de manera fluctuante de la Autoridad Palestina desde 1994-, y han participado en iniciativas diplomáticas a favor de los derechos de los palestinos. Pero al mismo tiempo han protagonizado en los últimos 15 años un basculamiento primando sus intereses nacionales, lo que se ha traducido en un acercamiento de algunos a Israel, de manera abierta y explícita (los llamados acuerdos de normalización) o de manera discreta, contribuyendo a que la cuestión palestina perdiera relevancia en la agenda regional a partir de las «primaveras árabes», momento en que el Golfo asumió claramente un papel de contención contrarrevolucionaria y se afanó en la solidaridad inter monárquica para prevenir cualquier cambio de régimen.
La colección de estos estudios releva dos cuestiones claves. Al igual que en el resto de los países árabes, la cuestión palestina es para las poblaciones un tema íntimo y casi propio. Más aún, la defensa de los derechos de los palestinos termina asociándose frecuentemente al cuestionamiento del régimen y se convierte en subversiva. Cómo se puede entender perfectamente, el genocidio en curso ha galvanizado a estas opiniones públicas. Es por lo tanto un reto para los gobiernos gestionar ese estado de opinión y evitar que alimente la contestación política. El segundo elemento es la diversidad de posturas y de prácticas. Hay estados que han establecido relaciones formales con Israel (EAU, Bahréin), otros que lo hacen de manera discreta (Omán, Arabia Saudí), otros que mantienen las distancias (Kuwait) y finalmente los hay que apoyan abiertamente la resistencia palestina (Yemen, Irán). La primera dimensión afecta a la segunda; las veleidades de normalización de relaciones con Israel que se anunciaban en 2023 se han hecho menos factibles con la masacre. Estas disimilitudes sólo se entienden recapitulando las respectivas historias de su política exterior, lo que cada uno de los estudios del libro hace con rigor y explica de manera clara. Muy valiosos, por complementarios, son los textos sobre Yemen, presentado tradicionalmente como uno de los pueblos más solidarios con los palestinos, y sobre Irán, país pivote en la región.
Tras estos estudios flota también una cuestión relevante, cómo ven los palestinos a estos Estados árabes, que han ayudado, pero que también han castigado a la OLP (Kuwait después de 1990), han propiciado divisiones (EAU) o han ayudado abiertamente a unas facciones frente a otras. Hoy, el movimiento nacional palestino, que nació más vinculado al nacionalismo árabe, se ve obligado a mirar al a la Península Arábiga y al Golfo, consciente de los riesgos que conlleva.
No es frecuente una obra tan completa. Los textos subrayan la diversidad de posiciones, prestan atención a su evolución y señalan acertadamente las claves que explican sus ambigüedades y contradicciones, sin perder de vista que se trata de regímenes no democráticos y que, a la postre, dependen de mantenerse bajo la protección de una potencia en declive o en sintonía con las emergentes.
Finalmente, la obra muestra que en los últimos años el área de los estudios árabes contemporáneos se ha consolidado y cuenta con una amplia comunidad de investigadores en la academia española.

Ficha:
Título: ‘Península Arábiga e Irán ante la cuestión palestina’
Autores: ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, Ignacio y DOMÍNGUEZ DE OLAZÁBAL, Itxaso (eds.)
Editorial: Universidad de Granada
Año de edición: 2025
Disponible en Editorial UG
RSS de noticias de cultura