La decisión del Consejo de ministros de la semana pasada sobre la oferta del BBVA por el Sabadell suscita algunas reflexiones. La primera es más un alivio. El Gobierno no ha ido más allá de lo que le permite la ley. Algo que, viendo lo visto, no estaba del todo garantizado. Aunque hayan endurecido sustancialmente las condiciones en lo que a todas luces constituye una arbitrariedad enorme con una motivación política clara , no se han atrevido a ir más allá a la hora de interpretar la norma. Alabado sea el Señor. La siguiente consideración tiene que ver con lo que pueda pasar a partir de ahora con la oferta. El banco catalán, en contra de lo que han verbalizado, no tiene todas consigo que, ni siquiera con las injerencias del Gobierno, el BBVA vaya a desistir en su empeño por comprarles. En los últimos días han hecho un enorme despliegue publicitario glosando las bondades de su proyecto en solitario apelando a sus propios accionistas para que, en su caso, no acudan a la oferta. Además, han acelerado el proceso de venta de su filial inglesa en un claro intento de enturbiar la operación. A falta de conocer los últimos detalles, no parece que sea el momento ideal para salirse de Reino Unido. Su capacidad de negociación es ninguna lo que puede dejar en claro desamparo a sus accionistas actuales. El BBVA, de momento, no se ha pronunciado. El debate en su consejo de administración debería centrarse más en la oportunidad que, a pesar de todo, sigue constituyendo esta operación y no tanto en el menor retorno de esta. Es verdad que la rentabilidad en el caso de que siguieran adelante sería inferior a la inicialmente prevista. Pero probablemente el menoscabo no sea lo suficientemente grande para descartar la compra. A grandes rasgos, el banco de origen vasco 10.000 millones al año . La compra de acuerdo con lo ofertado valora al banco de Sabadell en 15.000 millones. Y las menores sinergias motivadas por el retraso de la fusión se cuantifican en menos de 1.000 millones -lo que viene a ser el beneficio de un mes del banco vasco-.Con esta operación el BBVA incrementa su cuota de mercado en un 50% lo que le convertiría en el segundo banco en España, dando, además, otra vuelta de tuerca al entorno competitivo nacional en el que tres bancos aglutinarían aproximadamente el 80% de cuota de mercado . No parece que esas menores sinergias a corto plazo desbaraten las bondades de una operación que a todas luces es transformacional y que no tiene alternativas obvias. En todo el proceso, el BBVA, su consejo, ha ido a remolque de los acontecimientos por lo que a estas alturas podemos esperar cualquier cosa. Ahora bien, lo razonable es que se impusiera la lógica de la operación al número puro y duro. La decisión del Consejo de ministros de la semana pasada sobre la oferta del BBVA por el Sabadell suscita algunas reflexiones. La primera es más un alivio. El Gobierno no ha ido más allá de lo que le permite la ley. Algo que, viendo lo visto, no estaba del todo garantizado. Aunque hayan endurecido sustancialmente las condiciones en lo que a todas luces constituye una arbitrariedad enorme con una motivación política clara , no se han atrevido a ir más allá a la hora de interpretar la norma. Alabado sea el Señor. La siguiente consideración tiene que ver con lo que pueda pasar a partir de ahora con la oferta. El banco catalán, en contra de lo que han verbalizado, no tiene todas consigo que, ni siquiera con las injerencias del Gobierno, el BBVA vaya a desistir en su empeño por comprarles. En los últimos días han hecho un enorme despliegue publicitario glosando las bondades de su proyecto en solitario apelando a sus propios accionistas para que, en su caso, no acudan a la oferta. Además, han acelerado el proceso de venta de su filial inglesa en un claro intento de enturbiar la operación. A falta de conocer los últimos detalles, no parece que sea el momento ideal para salirse de Reino Unido. Su capacidad de negociación es ninguna lo que puede dejar en claro desamparo a sus accionistas actuales. El BBVA, de momento, no se ha pronunciado. El debate en su consejo de administración debería centrarse más en la oportunidad que, a pesar de todo, sigue constituyendo esta operación y no tanto en el menor retorno de esta. Es verdad que la rentabilidad en el caso de que siguieran adelante sería inferior a la inicialmente prevista. Pero probablemente el menoscabo no sea lo suficientemente grande para descartar la compra. A grandes rasgos, el banco de origen vasco 10.000 millones al año . La compra de acuerdo con lo ofertado valora al banco de Sabadell en 15.000 millones. Y las menores sinergias motivadas por el retraso de la fusión se cuantifican en menos de 1.000 millones -lo que viene a ser el beneficio de un mes del banco vasco-.Con esta operación el BBVA incrementa su cuota de mercado en un 50% lo que le convertiría en el segundo banco en España, dando, además, otra vuelta de tuerca al entorno competitivo nacional en el que tres bancos aglutinarían aproximadamente el 80% de cuota de mercado . No parece que esas menores sinergias a corto plazo desbaraten las bondades de una operación que a todas luces es transformacional y que no tiene alternativas obvias. En todo el proceso, el BBVA, su consejo, ha ido a remolque de los acontecimientos por lo que a estas alturas podemos esperar cualquier cosa. Ahora bien, lo razonable es que se impusiera la lógica de la operación al número puro y duro.
el quinto en discordia
Aunque el Gobierno haya endurecido las condiciones en lo que a todas luces constituye una arbitrariedad enorme con una motivación política clara, no se han atrevido a ir más allá a la hora de interpretar la norma
La decisión del Consejo de ministros de la semana pasada sobre la oferta del BBVA por el Sabadell suscita algunas reflexiones. La primera es más un alivio. El Gobierno no ha ido más allá de lo que le permite la ley. Algo que, viendo lo … visto, no estaba del todo garantizado. Aunque hayan endurecido sustancialmente las condiciones en lo que a todas luces constituye una arbitrariedad enorme con una motivación política clara, no se han atrevido a ir más allá a la hora de interpretar la norma. Alabado sea el Señor.
La siguiente consideración tiene que ver con lo que pueda pasar a partir de ahora con la oferta. El banco catalán, en contra de lo que han verbalizado, no tiene todas consigo que, ni siquiera con las injerencias del Gobierno, el BBVA vaya a desistir en su empeño por comprarles. En los últimos días han hecho un enorme despliegue publicitario glosando las bondades de su proyecto en solitario apelando a sus propios accionistas para que, en su caso, no acudan a la oferta. Además, han acelerado el proceso de venta de su filial inglesa en un claro intento de enturbiar la operación. A falta de conocer los últimos detalles, no parece que sea el momento ideal para salirse de Reino Unido. Su capacidad de negociación es ninguna lo que puede dejar en claro desamparo a sus accionistas actuales.
El BBVA, de momento, no se ha pronunciado. El debate en su consejo de administración debería centrarse más en la oportunidad que, a pesar de todo, sigue constituyendo esta operación y no tanto en el menor retorno de esta. Es verdad que la rentabilidad en el caso de que siguieran adelante sería inferior a la inicialmente prevista. Pero probablemente el menoscabo no sea lo suficientemente grande para descartar la compra. A grandes rasgos, el banco de origen vasco 10.000 millones al año. La compra de acuerdo con lo ofertado valora al banco de Sabadell en 15.000 millones. Y las menores sinergias motivadas por el retraso de la fusión se cuantifican en menos de 1.000 millones -lo que viene a ser el beneficio de un mes del banco vasco-.
Con esta operación el BBVA incrementa su cuota de mercado en un 50% lo que le convertiría en el segundo banco en España, dando, además, otra vuelta de tuerca al entorno competitivo nacional en el que tres bancos aglutinarían aproximadamente el 80% de cuota de mercado. No parece que esas menores sinergias a corto plazo desbaraten las bondades de una operación que a todas luces es transformacional y que no tiene alternativas obvias. En todo el proceso, el BBVA, su consejo, ha ido a remolque de los acontecimientos por lo que a estas alturas podemos esperar cualquier cosa. Ahora bien, lo razonable es que se impusiera la lógica de la operación al número puro y duro.
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