El vértigo de la velocidad keniana ha llevado al atletismo femenino a una nueva dimensión que envuelve la noche del domingo la venerable pista de Hayward Field, la meca del fondo en Estados Unidos, la patria de Steve Prefontaine. Diez días después del gran show de la milla en París que no bajó de cuatro minutos, Faith Kipyegon, como había prometido, volvió a calzarse los clavos y, gracias a un último 400m en 59,02s, batió por 36 centésimas (3m 48,68s), el récord del mundo de 1.500m que ella misma poseía desde que lo batió el 7 de julio pasado en París. Su carrera fue el colofón, la traca final, a una sesión en la que apenas una hora antes, su compatriota y heredera espiritual Beatriuce Chebet, se había convertido en la primera mujer que corría los 5.000m en menos de 14 minutos (13m 58,06s).
El vértigo de la velocidad domina el mediofondo femenino en la Diamond League de Eugene: poco después, Faith Kipyegon batía su propio récord mundial de 1.500m (3m 48,68s)
El vértigo de la velocidad keniana ha llevado al atletismo femenino a una nueva dimensión que envuelve la noche del domingo la venerable pista de Hayward Field, la meca del fondo en Estados Unidos, la patria de Steve Prefontaine. Diez días después del gran show de la milla en París que no bajó de cuatro minutos, Faith Kipyegon, como había prometido, volvió a calzarse los clavos y, gracias a un último 400m en 59,02s, batió por 36 centésimas (3m 48,68s), el récord del mundo de 1.500m que ella misma poseía desde que lo batió el 7 de julio pasado en París. Su carrera fue el colofón, la traca final, a una sesión en la que apenas una hora antes, su compatriota y heredera espiritual Beatriuce Chebet, se había convertido en la primera mujer que corría los 5.000m en menos de 14 minutos (13m 58,06s).
Fue una noche de sororidad keniana ajena al peligro de la banalización de los récords que provoca la aparente facilidad con la que se mejoran gracias a la tecnología de las zapatillas, la nutrición y los entrenamientos, y las pistas,
Nació en Kericho, donde nace el mejor té de Kenia, en el valle del Rift; tiene 25 años, la entrena su marido, Peter Bill, la llaman la “asesina sonriente” y corre ligera, rapidísima, y acelera a falta de 200m, como lanzada por un cañón. Es Beatrice Chebet, la atleta que en la pista de Hayward Field (Eugene, Oregón), la meca del fondo en Estados Unidos, ha batido el récord mundial de los 5.000m con una marca de 13m 58,06s. Es la primera mujer que rompe la barrera de los 14 minutos.
La llama que encendió Faith Kipyegon, de 31 años, plusmarquista mundial de 1.500m y de la milla, y su intento de bajar de los cuatro minutos en la milla hace dos semanas en París, prendió con fuerza en Chebet, que se reveló como la siguiente más grande logrando dos medallas de oro en París 2024, la de 5.000m, por delante de Kipyegon, precisamente, y la de 10.000m, distancia en la que ya había batido el récord del mundo (28m 54,14s) unos meses antes, en mayo, también en la pista de Eugene, tan cerca a la sede de Nike, el fabricante de las zapatillas voladoras. “Me dije: si Faith lo está intentando, ¿por qué no yo? Y hoy estoy muy feliz porque he conseguido ser la primera mujer en correr por debajo de 14. Estoy muy feliz por mí misma”, declaró tras el récord. “Es un premio a la disciplina y el trabajo duro, guiada por mi entrenador y mi marido, que han estado ahí ayudándome en todo lo que hago en los entrenamientos y apoyándome, y el apoyo de Faith, que es una amiga muy cercana”.
En mayo pasado, en Roma, Chebet había corrido un 5.000m en 14m 3,69s, la segunda mejor marca de la historia, a menos de 4s del récord mundial entonces (14m 0,21s), y justamente la poseedora de esta marca, la etíope Gudaf Tsegay desde hace dos años, una marca que también consiguió en la pista que Eugene construyó para los Mundiales de 2022.
“Estoy muy feliz; después de correr en Roma, dije que tenía que prepararme para batir un récord, porque en Roma solo corría para ganar una carrera, pero después de correr en 14:03, dije que era capaz de batir el récord mundial”, explicó, eufórica, Chebet. “Así que decidí volver a casa y luego venir a Eugene. Hayward Field me va bien. No es la primera vez que vengo aquí, así que puedo decir que es una buena pista para mí”.
Todos los planetas se alinearon la tarde del domingo en la costa Oeste de Estados Unidos: una pista concebida para las carreras de medio fondo y fondo, los avances en la tecnología de zapatillas, con cámaras de aire sobre la placa de carbono en la que se atornillan los clavos, y la presencia de Tsegay que, cuando, llegados los 2.000 con un tiempo atómico (5m 35,37s), se convirtió, a espaldas de Chebet en la liebre ideal: una presencia que no tiraba sino empujaba, y las luces de LED verdes guiaban el ritmo de Chebet, que corrió los últimos 3.000m en cabeza a poco más 67s cada 400m y un 400m final de 61,73s, una velocidad hasta hace nada impensable para una mujer al final de 5.000m (y un último 1.000 a 2m 43s). Los 3.000m los pasó en 8m 22,96s, más de 1s por debajo del ritmo del récord, una marca que es la 25ª de la historia en la distancia.
Tsegay, y otra joven keniana, Agnes Jebet Ngetich, aguantaron a la sombra de Chebet hasta los últimos 200m. Ngetich quedó en segundo lugar con 14:01.29, el tercer mejor tiempo de la historia.
Si Kipyegon lanza mensajes de empoderamiento femenino y se congratula de que Chebet siga su senda, Bii, el entrenador lanza otros mensajes cuando habla del sentido del atletismo en su vida y la de su pareja. “Es divertida, le encanta bailar y siempre me mantiene alerta”, declaraba recientemente en un diario keniano. “Sus vídeos de TikTok muestran el lado más divertido de nuestra relación, lo que demuestra que incluso los campeones del mundo se mueven al ritmo del afrobeats entre intervalos”.
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