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  Cultura  La noche de los Cavia: el periodismo es una fiesta pero mañana siempre es lunes
Cultura

La noche de los Cavia: el periodismo es una fiesta pero mañana siempre es lunes

julio 9, 2025
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En los Cavia no hay acreditación: hay esmoquin . Y a estas alturas de la historia y del verano todas las conversaciones empiezan por ahí. «Mi única preocupación es llevar esto bien», le dijo Alsina a Txema Rodríguez , hablando de su pajarita. Este año nadie, que se sepa, se hizo el nudo a mano, una tradición que inauguró y mató Rodrigo Cortés, que ahora tendrá que hacer una película sobre un hombre que vuelve a casa cansado y se tira de la pajarita para deshacerla; es la única posibilidad de volver a utilizar ese nudo. Inventada la pajarita con gancho, ¿para qué la otra si no la usa ni el Rey? Los primeros en llegar fueron los perros, que es la única fuerza de seguridad que el hombre no mira con sospecha: son tan adorables, los malditos. Jorge Fernández Díaz despegó de Argentina el día más frío del año y aterrizó en Madrid, que no será la ciudad más calurosa del mapa pero sí en la que más nos quejamos del calor, un arte muy español. A mitad de cóctel hubo un elogio del abanico. «Es mejor que el aire acondicionado, y más accesible. Es una tecnología perfecta». En uno ponía: «It’s fucking hot». Santiago Muñoz Machado , director de la RAE y del jurado, no vio el anglicismo: no estaba de servicio, a esas horas. Estaba allí para glosar a los premiados…Ahora que el CIS vale para todo, habría que preguntar a los españoles cuántas veces al día piensan en el Imperio romano, y en qué momentos: no puede ser casualidad tanta mención.—¿Qué tal?—Bien, aquí, vestido de romano.—A donde fueres, haz lo que vieres.Y al poco:—Hombre, qué alegría verte. ¿Has venido con tu guardia pretoriana?—Por supuesto.Cada corro era un mundo, y cada mundo tenía sus protagonistas : Sheila Chremaschi hablaba de Ken Follett («qué caballero»), Cuartango sobre Vargas Llosa con Granés, que alababa su oratoria, y a Oti no paraban de preguntarle por ‘Sirat’, como pidiendo ayuda o apoyo moral. Muchos hablaban de los trenes, que ya incluyen en su servicio las anécdotas («pues el otro día…», repetían las víctimas del AVE), y un alto ejecutivo conversaba sobre el apagón y todas esas cosas que creíamos eternas y no lo son. O no lo tanto como el esmoquin de los Cavia.A Manuel Vilas le preguntaron si quería pasar por el ‘photocall’. Y dijo: «Hombre, claro, yo he sido valiente toda mi vida». Ceja en altoAlsina arqueó la ceja –una habilidad más útil y recurrente que el nudo de la pajarita– cuando vio su mesa: le pusieron al lado de Óscar López, que era el ministro de guardia esa noche. «Si sale bien la conversación la emitimos», le dijeron. Por lo que sea, no hizo falta. A unos metros de distancia, empezaron a hacer porras con la fecha de las siguientes elecciones generales. Alguien preguntó: «¿Pero va a seguir saliendo mierda en verano?»; «Los juzgados cierran en agosto, pero la UCO no». Y así. Lo que sabemos que ocurrió en la mesa de Alsina es que el Rey le dijo que estaba más delgado .Fotogalería de los invitados a los premios Cavia 2025 ABCYa luego, sobre el escenario, convirtió su discurso en un monólogo, casi en ‘stand-up’, y eso sí que se grabó, risas incluidas (muchas de su mesa, donde estaban los Reyes…). Alsina recordó sus tiempos de becario en ABC , antes de entrar en la radio, cuando tenía un jefe excéntrico que lo llamaba a casa por la noche para seguir comentando la jugada. «No era cómodo». Solo cuatro o cinco personas en la sala sabían de quién estaba hablando, y confirmaban la realidad del personaje, aunque tenían otras memorias. Se cuentan historias de broncas tremebundas, cosas en formol y un párpado reconstruido con una piel no demasiado noble. ¿Qué se parece a la piel del párpado? Es una de esas preguntas que es mejor no hacerse nunca. Cuando a Camus le dieron el Nobel, se acordó del profesor que le tendió la mano y le salvó el futuro. Alsina hizo lo mismo, pero al revés, o en pirueta: «Pero tú eres tonto, cómo vas a cambiar el periódico por la radio. La radio es de charlatanes. La radio es de feriantes. El periodismo se hace en el periódico », dijo, citando a aquel jefe. Y después, cerrando el discurso como un relato perfecto y literario: «Y además, no te das cuenta de que si te vas a la radio nunca te darán el Luca de Tena».También dijo: «He aprendido, creo que he aprendido, a distinguir los hechos de los relatos, a distinguir los principios de los cambios de opinión, la honradez de la impostura, la crítica del linchamiento y el humor o la broma del escarnio». Y la gente pensó en Sánchez, que fue otro de los temas de la noche: que cuánto iba a aguantar, que si va a dimitir, que si la Justicia tendría alguna prueba contra él, que si habría un nuevo informe de la UCO, que si… Y esto es un poco lo que viene siendo España, últimamente. «He aprendido, creo que he aprendido, a distinguir los hechos de los relatos, a distinguir los principios de los cambios de opinión» Carlos AlsinaKarina Sainz Borgo volvió a presentar la gala, patrocinada por Indra, Iberdrola y Banco Sabadell. «Este premio es periodismo y prensa libre, dos columnas que sostienen la democracia», subrayó. «Han pasado 105 años desde la primera edición de estos premios y creo que ustedes estarán de acuerdo conmigo en que el periodismo sigue siendo absolutamente imprescindible», continuó Ignacio Ybarra , presidente de Vocento.Como en toda noche de periodistas, hubo espacio para la nostalgia de este oficio, que tal vez nació ya con la nostalgia, como la literatura y el mar. Hubo evocaciones de tiempos en los que las noches se alargaban más, y había puros, muchos puros, y los periódicos eran más gruesos, y la gente era más importante, y las copas sabían mejor, y se fumaba más, y los Cavia, por lo visto, se parecían mucho a un videoclip de C Tangana: eran algo así como una ‘tiny desk’ de la alta sociedad . Eran esos tiempos en los que había una botella en cada mesa, y un jefe podía tirarte unas tijeras y un redactor podía confundirse de entrevistado porque esa noche no había dormido en casa y tampoco era tan grave. ¿No van contra la salud todas las grandes historias?Los discursos de los premiados noticia No Jorge Fernández Díaz, premio Cavia: «En un mundo donde la mentira es ley, la verdad seguirá siendo un negocio noble» noticia No Carlos Alsina, premio Luca de Tena: «Cambié la prensa por la radio y desde entonces no he parado de escribir» noticia No Txema Rodríguez, premio Mingote: «La honestidad de una imagen puede llevar esperanza a quienes la necesitan»La cena, como de costumbre, fue ‘healthy’ (perdón por el anglicismo, pero era muy así): de primero, un tartar de tomate, menestra de verduras tiernas y gamba roja; de segundo, bacalao confitado con aceite de vainilla, guiso de alubias de Tolosa y ñoquis; y de postre, sakura (búsquenlo ustedes). Había un catering paralelo con hamburguesitas, y alguna acabó en la sala… El vino tinto era un Marqués de Murrieta de 2021 que se estrenó, con gran éxito, en los Cavia. El blanco, un albariño Pazo Barrantes de 2022 que también tuvo su público. Por el Rey supimos que Jorge Fernández Díaz estaba de cumpleaños : sesenta y cinco, pero sin ganas de jubilarse (también ha ganado el Nadal en 2025). Se llevó a casa el Cavia y la felicitación del Rey, que tuvo palabras para sus padres, Marcial y Carmina, asturianos emigrados a Argentina. Allí aún no se lo creen… Recuerdos de la danaDon Felipe habló de la dana, y Alsina también, pero el que más, claro, fue Txema Rodríguez , premiado con el Mingote por la imagen de un niño jugando en el fango en Valencia . Escuchándolo era difícil no pensar en que si esto no lo hubieran contado en directo lo tomaríamos por una ficción épica y trágica: «En aquel mar de barro y destrucción trabajamos muchos. Lo digo en plural porque este reconocimiento a mi persona he de compartirlo con todos mis compañeros, los del diario ‘Las Provincias’ y los de otros medios escritos, televisivos o radiofónicos. Todos juntos hicimos lo que pudimos, hasta el límite de nuestras fuerzas, para contar lo que pasaba. Anduvimos incomunicados por el fango, caminamos sobre montañas de coches y dimos consuelo y apoyo a quienes no lo tenían. Hicimos nuestro trabajo, como tantos otros miles que vinieron a echar una mano». Desde la mesa, sus hijas lo miraban con una intensidad y un brillo en los ojos, el que antecede a la lágrima orgullosa , que tal vez resuma la paternidad, la familia, el bien y todas esas cosas que no admiten un chiste porque valen más que el humor y se escriben sin hache.Fotografía publicada el 3 de noviembre de 2024 en ‘Las Provincias’ por la que su autor ha sido reconocido con el premio Mingote Txema RodríguezYa hay topónimos que son historia de España: Alfafar, Paiporta, Algemesí, Benetússer… Y es una historia triste por muchos y diferentes motivos.Fernández Díaz dio un discurso serio, profundo: explicó que el populismo nos lleva a la guerra civil de los espíritus , una feliz expresión que supera por mucho a la aburridísima guerra cultural, y recordó que hoy los gobernantes han devenido en narradores de ficción. Por eso, tal vez, las últimas personas en llegar a la cena venían de ahí: de la política y de la ficción. Ay. Nadie, por cierto, habló de Milei, que se enfadó muchísimo con Fernández Díaz por el artículo premiado con el Cavia: ‘Bienvenidos al populismo de derecha’. Pero el silencio también es una respuesta, ¿no?Ya fuera, en las copas, se hablaba de prostitución, o sea, de política, pero los representantes políticos ya no estaban allí, porque les tocaba madrugar, y muchos periodistas se fueron a la misma hora, porque tenían que vigilarlos por la mañana. Alsina ya estaba hablando a las siete en la radio. Y Marta García Aller. Y Rosa Belmonte. Y tantos otros. Pero se quedaron los suficientes para resistir.Aquí podríamos decir: no he querido saber pero he sabido, que un plumilla, cuando no hacía mucho que había llegado a la profesión, se propuso cruzar España de burdel en burdel… «Me dieron un sobre con dinero y me dijeron: vuelve cuando esté vacío. Pero aquello no está digitalizado». También Umbral escribió sus crónicas de amor y viagra. «Sujétame la copa, que me tengo que tomar la pastilla»A esas horas ya todo era un ejercicio de contrastes. «Sujétame la copa, que me tengo que tomar la pastilla» . «Qué bien tener amigos viejos, eh». «Mañana me vuelvo a Asturias». «Vamos a hacernos una foto». «¿Qué te parecen los inéditos de Chaves Nogales?». «¿Quién ha llegado tarde?». «A mí me gustaría hablar como él». «Hay bigotes que dejan una huella de por vida». «¿Cuánto te ha costado el esmoquin?» «Ahora el que no para de ir al Rastro es Héctor Abad Faciolince». «Y mañana madrugamos para hablar de Sánchez». «¿No conoces a Blanca Luz Brum?»Brum era una mujer que iba para monja y acabó siendo comunista, peronista y seguidora de Pinochet antes de retirarse a la isla Robinson Crusoe a pintar, escribir y caminar desnuda.«Pues no la conocía». «Tengo una amiga que quiere escribir una novela sobre ella». «Lo último que he comprado en el Rastro es un anuncio de una obra de Lorca». «Yo con Cabrera Infante hablaba de amor y sexo, no de versos». «Ah, sí, yo voy todos los domingos. A las ocho de la mañana. O antes». «Han estado muy bien los discursos, ¿verdad?». «La vida literaria es mucho peor que la vida-vida» . «¿Ya te vas?» «Sí. El prestigio está muy bien pero mañana siempre es lunes». Y esa es una gran definición de periodismo. En los Cavia no hay acreditación: hay esmoquin . Y a estas alturas de la historia y del verano todas las conversaciones empiezan por ahí. «Mi única preocupación es llevar esto bien», le dijo Alsina a Txema Rodríguez , hablando de su pajarita. Este año nadie, que se sepa, se hizo el nudo a mano, una tradición que inauguró y mató Rodrigo Cortés, que ahora tendrá que hacer una película sobre un hombre que vuelve a casa cansado y se tira de la pajarita para deshacerla; es la única posibilidad de volver a utilizar ese nudo. Inventada la pajarita con gancho, ¿para qué la otra si no la usa ni el Rey? Los primeros en llegar fueron los perros, que es la única fuerza de seguridad que el hombre no mira con sospecha: son tan adorables, los malditos. Jorge Fernández Díaz despegó de Argentina el día más frío del año y aterrizó en Madrid, que no será la ciudad más calurosa del mapa pero sí en la que más nos quejamos del calor, un arte muy español. A mitad de cóctel hubo un elogio del abanico. «Es mejor que el aire acondicionado, y más accesible. Es una tecnología perfecta». En uno ponía: «It’s fucking hot». Santiago Muñoz Machado , director de la RAE y del jurado, no vio el anglicismo: no estaba de servicio, a esas horas. Estaba allí para glosar a los premiados…Ahora que el CIS vale para todo, habría que preguntar a los españoles cuántas veces al día piensan en el Imperio romano, y en qué momentos: no puede ser casualidad tanta mención.—¿Qué tal?—Bien, aquí, vestido de romano.—A donde fueres, haz lo que vieres.Y al poco:—Hombre, qué alegría verte. ¿Has venido con tu guardia pretoriana?—Por supuesto.Cada corro era un mundo, y cada mundo tenía sus protagonistas : Sheila Chremaschi hablaba de Ken Follett («qué caballero»), Cuartango sobre Vargas Llosa con Granés, que alababa su oratoria, y a Oti no paraban de preguntarle por ‘Sirat’, como pidiendo ayuda o apoyo moral. Muchos hablaban de los trenes, que ya incluyen en su servicio las anécdotas («pues el otro día…», repetían las víctimas del AVE), y un alto ejecutivo conversaba sobre el apagón y todas esas cosas que creíamos eternas y no lo son. O no lo tanto como el esmoquin de los Cavia.A Manuel Vilas le preguntaron si quería pasar por el ‘photocall’. Y dijo: «Hombre, claro, yo he sido valiente toda mi vida». Ceja en altoAlsina arqueó la ceja –una habilidad más útil y recurrente que el nudo de la pajarita– cuando vio su mesa: le pusieron al lado de Óscar López, que era el ministro de guardia esa noche. «Si sale bien la conversación la emitimos», le dijeron. Por lo que sea, no hizo falta. A unos metros de distancia, empezaron a hacer porras con la fecha de las siguientes elecciones generales. Alguien preguntó: «¿Pero va a seguir saliendo mierda en verano?»; «Los juzgados cierran en agosto, pero la UCO no». Y así. Lo que sabemos que ocurrió en la mesa de Alsina es que el Rey le dijo que estaba más delgado .Fotogalería de los invitados a los premios Cavia 2025 ABCYa luego, sobre el escenario, convirtió su discurso en un monólogo, casi en ‘stand-up’, y eso sí que se grabó, risas incluidas (muchas de su mesa, donde estaban los Reyes…). Alsina recordó sus tiempos de becario en ABC , antes de entrar en la radio, cuando tenía un jefe excéntrico que lo llamaba a casa por la noche para seguir comentando la jugada. «No era cómodo». Solo cuatro o cinco personas en la sala sabían de quién estaba hablando, y confirmaban la realidad del personaje, aunque tenían otras memorias. Se cuentan historias de broncas tremebundas, cosas en formol y un párpado reconstruido con una piel no demasiado noble. ¿Qué se parece a la piel del párpado? Es una de esas preguntas que es mejor no hacerse nunca. Cuando a Camus le dieron el Nobel, se acordó del profesor que le tendió la mano y le salvó el futuro. Alsina hizo lo mismo, pero al revés, o en pirueta: «Pero tú eres tonto, cómo vas a cambiar el periódico por la radio. La radio es de charlatanes. La radio es de feriantes. El periodismo se hace en el periódico », dijo, citando a aquel jefe. Y después, cerrando el discurso como un relato perfecto y literario: «Y además, no te das cuenta de que si te vas a la radio nunca te darán el Luca de Tena».También dijo: «He aprendido, creo que he aprendido, a distinguir los hechos de los relatos, a distinguir los principios de los cambios de opinión, la honradez de la impostura, la crítica del linchamiento y el humor o la broma del escarnio». Y la gente pensó en Sánchez, que fue otro de los temas de la noche: que cuánto iba a aguantar, que si va a dimitir, que si la Justicia tendría alguna prueba contra él, que si habría un nuevo informe de la UCO, que si… Y esto es un poco lo que viene siendo España, últimamente. «He aprendido, creo que he aprendido, a distinguir los hechos de los relatos, a distinguir los principios de los cambios de opinión» Carlos AlsinaKarina Sainz Borgo volvió a presentar la gala, patrocinada por Indra, Iberdrola y Banco Sabadell. «Este premio es periodismo y prensa libre, dos columnas que sostienen la democracia», subrayó. «Han pasado 105 años desde la primera edición de estos premios y creo que ustedes estarán de acuerdo conmigo en que el periodismo sigue siendo absolutamente imprescindible», continuó Ignacio Ybarra , presidente de Vocento.Como en toda noche de periodistas, hubo espacio para la nostalgia de este oficio, que tal vez nació ya con la nostalgia, como la literatura y el mar. Hubo evocaciones de tiempos en los que las noches se alargaban más, y había puros, muchos puros, y los periódicos eran más gruesos, y la gente era más importante, y las copas sabían mejor, y se fumaba más, y los Cavia, por lo visto, se parecían mucho a un videoclip de C Tangana: eran algo así como una ‘tiny desk’ de la alta sociedad . Eran esos tiempos en los que había una botella en cada mesa, y un jefe podía tirarte unas tijeras y un redactor podía confundirse de entrevistado porque esa noche no había dormido en casa y tampoco era tan grave. ¿No van contra la salud todas las grandes historias?Los discursos de los premiados noticia No Jorge Fernández Díaz, premio Cavia: «En un mundo donde la mentira es ley, la verdad seguirá siendo un negocio noble» noticia No Carlos Alsina, premio Luca de Tena: «Cambié la prensa por la radio y desde entonces no he parado de escribir» noticia No Txema Rodríguez, premio Mingote: «La honestidad de una imagen puede llevar esperanza a quienes la necesitan»La cena, como de costumbre, fue ‘healthy’ (perdón por el anglicismo, pero era muy así): de primero, un tartar de tomate, menestra de verduras tiernas y gamba roja; de segundo, bacalao confitado con aceite de vainilla, guiso de alubias de Tolosa y ñoquis; y de postre, sakura (búsquenlo ustedes). Había un catering paralelo con hamburguesitas, y alguna acabó en la sala… El vino tinto era un Marqués de Murrieta de 2021 que se estrenó, con gran éxito, en los Cavia. El blanco, un albariño Pazo Barrantes de 2022 que también tuvo su público. Por el Rey supimos que Jorge Fernández Díaz estaba de cumpleaños : sesenta y cinco, pero sin ganas de jubilarse (también ha ganado el Nadal en 2025). Se llevó a casa el Cavia y la felicitación del Rey, que tuvo palabras para sus padres, Marcial y Carmina, asturianos emigrados a Argentina. Allí aún no se lo creen… Recuerdos de la danaDon Felipe habló de la dana, y Alsina también, pero el que más, claro, fue Txema Rodríguez , premiado con el Mingote por la imagen de un niño jugando en el fango en Valencia . Escuchándolo era difícil no pensar en que si esto no lo hubieran contado en directo lo tomaríamos por una ficción épica y trágica: «En aquel mar de barro y destrucción trabajamos muchos. Lo digo en plural porque este reconocimiento a mi persona he de compartirlo con todos mis compañeros, los del diario ‘Las Provincias’ y los de otros medios escritos, televisivos o radiofónicos. Todos juntos hicimos lo que pudimos, hasta el límite de nuestras fuerzas, para contar lo que pasaba. Anduvimos incomunicados por el fango, caminamos sobre montañas de coches y dimos consuelo y apoyo a quienes no lo tenían. Hicimos nuestro trabajo, como tantos otros miles que vinieron a echar una mano». Desde la mesa, sus hijas lo miraban con una intensidad y un brillo en los ojos, el que antecede a la lágrima orgullosa , que tal vez resuma la paternidad, la familia, el bien y todas esas cosas que no admiten un chiste porque valen más que el humor y se escriben sin hache.Fotografía publicada el 3 de noviembre de 2024 en ‘Las Provincias’ por la que su autor ha sido reconocido con el premio Mingote Txema RodríguezYa hay topónimos que son historia de España: Alfafar, Paiporta, Algemesí, Benetússer… Y es una historia triste por muchos y diferentes motivos.Fernández Díaz dio un discurso serio, profundo: explicó que el populismo nos lleva a la guerra civil de los espíritus , una feliz expresión que supera por mucho a la aburridísima guerra cultural, y recordó que hoy los gobernantes han devenido en narradores de ficción. Por eso, tal vez, las últimas personas en llegar a la cena venían de ahí: de la política y de la ficción. Ay. Nadie, por cierto, habló de Milei, que se enfadó muchísimo con Fernández Díaz por el artículo premiado con el Cavia: ‘Bienvenidos al populismo de derecha’. Pero el silencio también es una respuesta, ¿no?Ya fuera, en las copas, se hablaba de prostitución, o sea, de política, pero los representantes políticos ya no estaban allí, porque les tocaba madrugar, y muchos periodistas se fueron a la misma hora, porque tenían que vigilarlos por la mañana. Alsina ya estaba hablando a las siete en la radio. Y Marta García Aller. Y Rosa Belmonte. Y tantos otros. Pero se quedaron los suficientes para resistir.Aquí podríamos decir: no he querido saber pero he sabido, que un plumilla, cuando no hacía mucho que había llegado a la profesión, se propuso cruzar España de burdel en burdel… «Me dieron un sobre con dinero y me dijeron: vuelve cuando esté vacío. Pero aquello no está digitalizado». También Umbral escribió sus crónicas de amor y viagra. «Sujétame la copa, que me tengo que tomar la pastilla»A esas horas ya todo era un ejercicio de contrastes. «Sujétame la copa, que me tengo que tomar la pastilla» . «Qué bien tener amigos viejos, eh». «Mañana me vuelvo a Asturias». «Vamos a hacernos una foto». «¿Qué te parecen los inéditos de Chaves Nogales?». «¿Quién ha llegado tarde?». «A mí me gustaría hablar como él». «Hay bigotes que dejan una huella de por vida». «¿Cuánto te ha costado el esmoquin?» «Ahora el que no para de ir al Rastro es Héctor Abad Faciolince». «Y mañana madrugamos para hablar de Sánchez». «¿No conoces a Blanca Luz Brum?»Brum era una mujer que iba para monja y acabó siendo comunista, peronista y seguidora de Pinochet antes de retirarse a la isla Robinson Crusoe a pintar, escribir y caminar desnuda.«Pues no la conocía». «Tengo una amiga que quiere escribir una novela sobre ella». «Lo último que he comprado en el Rastro es un anuncio de una obra de Lorca». «Yo con Cabrera Infante hablaba de amor y sexo, no de versos». «Ah, sí, yo voy todos los domingos. A las ocho de la mañana. O antes». «Han estado muy bien los discursos, ¿verdad?». «La vida literaria es mucho peor que la vida-vida» . «¿Ya te vas?» «Sí. El prestigio está muy bien pero mañana siempre es lunes». Y esa es una gran definición de periodismo.  

En los Cavia no hay acreditación: hay esmoquin. Y a estas alturas de la historia y del verano todas las conversaciones empiezan por ahí. «Mi única preocupación es llevar esto bien», le dijo Alsina a Txema Rodríguez, hablando de su pajarita. Este … año nadie, que se sepa, se hizo el nudo a mano, una tradición que inauguró y mató Rodrigo Cortés, que ahora tendrá que hacer una película sobre un hombre que vuelve a casa cansado y se tira de la pajarita para deshacerla; es la única posibilidad de volver a utilizar ese nudo. Inventada la pajarita con gancho, ¿para qué la otra si no la usa ni el Rey?

Los primeros en llegar fueron los perros, que es la única fuerza de seguridad que el hombre no mira con sospecha: son tan adorables, los malditos. Jorge Fernández Díaz despegó de Argentina el día más frío del año y aterrizó en Madrid, que no será la ciudad más calurosa del mapa pero sí en la que más nos quejamos del calor, un arte muy español. A mitad de cóctel hubo un elogio del abanico. «Es mejor que el aire acondicionado, y más accesible. Es una tecnología perfecta». En uno ponía: «It’s fucking hot». Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y del jurado, no vio el anglicismo: no estaba de servicio, a esas horas. Estaba allí para glosar a los premiados…

Ahora que el CIS vale para todo, habría que preguntar a los españoles cuántas veces al día piensan en el imperio romano, y en qué momentos: no puede ser casualidad tanta mención.

—¿Qué tal?

—Bien, aquí, vestido de romano.

—A donde fueres, haz lo que vieres.

Y al poco:

—Hombre, qué alegría verte. ¿Has venido con tu guardia pretoriana?

—Por supuesto.

Cada corro era un mundo, y cada mundo tenía sus protagonistas: Sheila Chremaschi hablaba de Ken Follett («qué caballero»), Cuartango sobre Vargas Llosa con Granés, que alababa su oratoria, y a Oti no paraban de preguntarle por ‘Sirat’, como pidiendo ayuda o apoyo moral. Muchos hablaba de los trenes, que ya incluyen en su servicio las anécdotas («pues el otro día…», repetían las víctimas del AVE), y un alto ejecutivo conversaba sobre el apagón y todas esas cosas que creíamos eternas y no lo son. O no lo tanto como el esmoquin de los Cavia.

A Manuel Vilas le preguntaron si quería pasar por el ‘photocall’. Y dijo: «Hombre, claro, yo he sido valiente toda mi vida».

Ceja en alto

Alsina arqueó la ceja –una habilidad más útil y recurrente que el nudo de la pajarita– cuando vio su mesa: le pusieron al lado de Óscar López, que era el ministro de guardia esa noche. «Si sale bien la conversación la emitimos», le dijeron. Por lo que sea, no hizo falta. A unos metros de distancia, empezaron a hacer porras con la fecha de las siguientes elecciones generales. Alguien preguntó: «¿Pero va a seguir saliendo mierda en verano?»; «Los juzgados cierran en agosto, pero la UCO no». Y así.

Lo que sabemos que ocurrió en la mesa de Alsina es que el Rey le dijo que estaba más delgado.


Galería.
Fotogalería de los invitados a los premios Cavia 2025
ABC

Ya luego, sobre el escenario, convirtió su discurso en un monólogo, casi en ‘stand-up’, y eso sí que se grabó, risas incluidas (muchas de su mesa, donde estaban los Reyes…). Alsina recordó sus tiempos de becario en ABC, antes de entrar en la radio, cuando tenía un jefe excéntrico que lo llamaba a casa por la noche para seguir comentando la jugada. «No era cómodo». Solo cuatro o cinco personas en la sala sabían de quién estaba hablando, y confirmaban la realidad del personaje, aunque tenían otras memorias. Se cuentan historias de broncas tremebundas, cosas en formol y un párpado reconstruido con una piel no demasiado noble. ¿Qué se parece a la piel del párpado? Es una de esas preguntas que es mejor no hacerse nunca.

Cuando a Camus le dieron el Nobel, se acordó del profesor que le tendió la mano y le salvó el futuro. Alsina hizo lo mismo, pero al revés, o en pirueta: «Pero tú eres tonto, cómo vas a cambiar el periódico por la radio. La radio es de charlatanes. La radio es de feriantes. El periodismo se hace en el periódico», dijo, citando a aquel jefe. Y después, cerrando el discurso como un relato perfecto y literario: «Y además, no te das cuenta de que si te vas a la radio nunca te darán el Luca de Tena».

También dijo: «He aprendido, creo que he aprendido, a distinguir los hechos de los relatos, a distinguir los principios de los cambios de opinión, la honradez de la impostura, la crítica del linchamiento y el humor o la broma del escarnio». Y la gente pensó en Sánchez, que fue otro de los temas de la noche: que cuánto iba a aguantar, que si va a dimitir, que si la Justicia tendría alguna prueba contra él, que si habría un nuevo informe de la UCO, que si… Y esto es un poco lo que viene siendo España, últimamente.

«He aprendido, creo que he aprendido, a distinguir los hechos de los relatos, a distinguir los principios de los cambios de opinión»

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Karina Sainz Borgo volvió a presentar la gala, patrocinada por Indra, Iberdrola y Banco Sabadell. «Este premio es periodismo y prensa libre, dos columnas que sostienen la democracia», subrayó. «Han pasado 105 años desde la primera edición de estos premios y creo que ustedes estarán de acuerdo conmigo en que el periodismo sigue siendo absolutamente imprescindible», continuó Ignacio Ybarra, presidente de Vocento.

Como en toda noche de periodistas, hubo espacio para la nostalgia de este oficio, que tal vez nació ya con la nostalgia, como la literatura y el mar. Hubo evocaciones de tiempos en los que las noches se alargaban más, y había puros, muchos puros, y los periódicos eran más gruesos, y la gente era más importante, y las copas sabían mejor, y se fumaba más, y los Cavia, por lo visto, se parecían mucho a un videoclip de C Tangana: eran algo así como una ‘tiny desk’ de la alta sociedad.

Eran esos tiempos en los que había una botella en cada mesa, y un jefe podía tirarte unas tijeras y un redactor podía confundirse de entrevistado porque esa noche no había dormido en casa y tampoco era tan grave. ¿No van contra la salud todas las grandes historias?


  • Jorge Fernández Díaz, premio Cavia: «En un mundo donde la mentira es ley, la verdad seguirá siendo un negocio noble»

  • Carlos Alsina, premio Luca de Tena: «Cambié la prensa por la radio y desde entonces no he parado de escribir»

  • Txema Rodríguez, premio Mingote: «La honestidad de una imagen puede llevar esperanza a quienes la necesitan»

La cena, como de costumbre, fue ‘healthy’ (perdón por el anglicismo, pero era muy así): de primero, un tartar de tomate, menestra de verduras tiernas y gamba roja; de segundo, bacalao confitado con aceite de vainilla, guiso de alubias de Tolosa y ñoquis; y de postre, sakura (búsquenlo ustedes). Había un catering paralelo con hamburguesitas, y alguna acabó en la sala… El vino tinto era un Marqués de Murrieta de 2021 que se estrenó, con gran éxito, en los Cavia. El blanco, un albariño Pazo Barrantes de 2022 que también tuvo su público.

Por el Rey supimos que Jorge Fernández Díaz estaba de cumpleaños: sesenta y cinco, pero sin ganas de jubilarse (también ha ganado el Nadal en 2025). Se llevó a casa el Cavia y la felicitación del Rey, que tuvo palabras para sus padres, Marcial y Carmina, asturianos emigrados a Argentina. Allí aún no se lo creen…

Recuerdos de la dana

Don Felipe habló de la dana, y Alsina también, pero el que más, claro, fue Txema Rodríguez, premiado con el Mingote por la imagen de un niño jugando en el fango en Valencia. Escuchándolo era difícil no pensar en que si esto no lo hubieran contado en directo lo tomaríamos por una ficción épica y trágica: «En aquel mar de barro y destrucción trabajamos muchos. Lo digo en plural porque este reconocimiento a mi persona he de compartirlo con todos mis compañeros, los del diario ‘Las Provincias’ y los de otros medios escritos, televisivos o radiofónicos. Todos juntos hicimos lo que pudimos, hasta el límite de nuestras fuerzas, para contar lo que pasaba. Anduvimos incomunicados por el fango, caminamos sobre montañas de coches y dimos consuelo y apoyo a quienes no lo tenían. Hicimos nuestro trabajo, como tantos otros miles que vinieron a echar una mano». Desde la mesa, sus hijas lo miraban con una intensidad y un brillo en los ojos, el que antecede a la lágrima orgullosa, que tal vez resuma la paternidad, la familia, el bien y todas esas cosas que no admiten un chiste porque valen más que el humor y se escriben sin hache.

Fotografía publicada el 3 de noviembre de 2024 en ‘Las Provincias’ por la que su autor ha sido reconocido con el premio Mingote
Txema Rodríguez

Ya hay topónimos que son historia de España: Alfafar, Paiporta, Algemesí, Benetússer… Y es una historia triste por muchos y diferentes motivos.

Fernández Díaz dio un discurso serio, profundo: explicó que el populismo nos lleva a la guerra civil de los espíritus, una feliz expresión que supera por mucho a la aburridísima guerra cultural, y recordó que hoy los gobernantes han devenido en narradores de ficción. Por eso, tal vez, las últimas personas en llegar a la cena venían de ahí: de la política y de la ficción. Ay.

Nadie, por cierto, habló de Milei, que se enfadó muchísimo con Fernández Díaz por el artículo premiado con el Cavia: ‘Bienvenidos al populismo de derecha’. Pero el silencio también es una respuesta, ¿no?

Ya fuera, en las copas, se hablaba de prostitución, o sea, de política, pero los representantes políticos ya no estaban allí, porque les tocaba madrugar, y muchos periodistas se fueron a la misma hora, porque tenían que vigilarlos por la mañana. Alsina ya estaba hablando a las siete en la radio. Y Marta García Aller. Y Rosa Belmonte. Y tantos otros. Pero se quedaron los suficientes para resistir.

Aquí podríamos decir: no he querido saber pero he sabido, que un plumilla, cuando no hacía mucho que había llegado a la profesión, se propuso cruzar España de burdel en burdel… «Me dieron un sobre con dinero y me dijeron: vuelve cuando esté vacío. Pero aquello no está digitalizado». También Umbral escribió sus crónicas de amor y viagra.

«Sujétame la copa, que me tengo que tomar la pastilla»

A esas horas ya todo era un ejercicio de contrastes. «Sujétame la copa, que me tengo que tomar la pastilla». «Qué bien tener amigos viejos, eh». «Mañana me vuelvo a Asturias». «Vamos a hacernos una foto». «¿Qué te parecen los inéditos de Chaves Nogales?». «¿Quién ha llegado tarde?». «A mí me gustaría hablar como él». «Hay bigotes que dejan una huella de por vida». «¿Cuánto te ha costado el esmoquin?» «Ahora el que no para de ir al Rastro es Héctor Abad Faciolince». «Y mañana madrugamos para hablar de Sánchez». «¿No conoces a Blanca Luz Brum?»

Brum era una mujer que iba para monja y acabó siendo comunista, peronista y seguidora de Pinochet antes de retirarse a la isla Robinson Crusoe a pintar, escribir y caminar desnuda.

«Pues no la conocía». «Tengo una amiga que quiere escribir una novela sobre ella». «Lo último que he comprado en el Rastro es un anuncio de una obra de Lorca». «Yo con Cabrera Infante hablaba de amor y sexo, no de versos». «Ah, sí, yo voy todos los domingos. A las ocho de la mañana. O antes». «Han estado muy bien los discursos, ¿verdad?». «La vida literaria es mucho peor que la vida-vida». «¿Ya te vas?» «Sí. El prestigio está muy bien pero mañana siempre es lunes».

Y esa es una gran definición de periodismo.

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